GUÍA PRÁCTICA PARA LA GESTIÓN MÉDICA DE BAJAS DE GUERRA QUÍMICA 2016
PRACTICAL GUIDE FOR MEDICAL MANAGEMENT OF CHEMICAL WARFARE CASUALTIES 2016
Hace cien años, cerca de Ieper, en los campos de Flandes, la humanidad fue testigo de la aparición de un nuevo tipo de guerra. El 22 de abril de 1915, las armas químicas fueron empleadas a gran escala, por primera vez. Este ataque con armas químicas fue el primero de lo que iba a convertirse en un método de guerra común durante el resto de la Primera Guerra Mundial.
Al final de la Primera Guerra Mundial, más de 1,3 millones de personas habían sido víctimas de la guerra química, y más de 100 000 de dichas víctimas murieron poco después de su exposición a los agentes químicos de guerra. Miles de las otras víctimas que sobrevivieron al conflicto sufrieron los efectos a largo plazo de los agentes químicos, entre ellos graves problemas de salud respiratoria que perduraron durante el resto de sus vidas.
Figura 3.1: Pintura clásica al óleo de 1918 de J.S. Sargent que representa
el uso de gas mostaza en Ieper durante la Primera Guerra Mundial.
Lamentablemente, la Primera Guerra Mundial fue sólo el capítulo inicial de una larga historia de guerra química que se ha extendido más de un siglo. En las décadas posteriores a la Primera Guerra Mundial, la humanidad ha vivido bajo la amenaza de que algún día los grandes arsenales químicos existentes podrían ser utilizados de nuevo a gran escala. A pesar de los esfuerzos de la comunidad internacional en pro de la prohibición de las armas químicas, éstas fueron utilizadas en muchos conflictos del siglo XX, en particular por el régimen de Saddam durante la guerra de Iraq e Irán, causando miles de víctimas tanto civiles como militares, en ciudades como Sardasht y Halabja. Este tipo de armas han sido utilizadas también en el conflicto armado en Siria.
Como resultado de esfuerzos diplomáticos que abarcan casi un siglo destinados a suprimir el empleo de agentes químicos de guerra, finalmente se adaptó en 1992 el texto de la Convención sobre las Armas Químicas (CAQ), cuyo objetivo es librar al mundo de los arsenales químicos ya existentes y prevenir la reaparición de este tipo de armas.
Bajo los auspicios de la CAQ, la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) ha construido un régimen de verificación y seguimiento que inspira confianza y da lugar a resultados tangibles. La Organización ha desarrollado también una red de asistencia y protección que refuerza la seguridad global y fomenta la cooperación internacional, promoviendo los usos pacíficos de la ciencia química para el bien común. Dentro de este espíritu de cooperación internacional y de reconocimiento de la importancia de prestar asistencia a las víctimas de las armas químicas, se enmarca el encargo que ha hecho la OPAQ de realización de este manual para los profesionales sanitarios encargados de asistir a las víctimas de guerra química.
El desarrollo de esta guía es el resultado del trabajo de un equipo de expertos en el campo del tratamiento médico de las lesiones producidas por las armas químicas, de amplio reconocimiento internacional, a los que la OPAQ ha invitado a colaborar para su desarrollo. Bajo el liderazgo del profesor Balali-Mood, los autores dedicaron voluntariamente innumerables horas a la preparación, redacción y revisión de este excelente documento de referencia. La colaboración de este equipo de investigadores ha sido posible gracias a la generosidad del Dr. Robert Mathews, ganador de la primera edición del premio OPCW-The Hague Peace Award que donó su importe al Fondo Fiduciario para la Red Internacional de Apoyo a las Víctimas de la Armas Químicas, institución que ha financiado el proyecto. En nombre de todos los futuros beneficiarios de esta publicación, quiero expresar mi agradecimiento a todos y cada uno de los distinguidos colaboradores que han hecho posible la materialización de este importante trabajo.
Por último, al reflexionar sobre las contribuciones de la CAQ y de la OPAQ a los más de noventa y siete años de esfuerzos internacionales de desarme desde que un armisticio general puso fin a la Primera Guerra Mundial, quiero expresar mi ferviente deseo de que no sea precisa la utilización de esta guía para la finalidad con la que fue concebida. Por el contrario, espero sinceramente que sirva a los médicos de valiosa orientación para el tratamiento de las bajas por armas químicas, y ayudar con ello a aliviar el sufrimiento de cualesquiera otras víctimas futuras de estas armas ilegales e inhumanas.
Ahmet Üzümcü
Director-General de la OPAQ
La Haya, 11 de noviembre de 2015
En reconocimiento a la importancia que tiene la prestación de asistencia a las víctimas de las armas químicas, la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) ha desarrollado esta guía para los profesionales sanitarios encargados del tratamiento de víctimas de la guerra química.
El capítulo 1 de esta guía ofrece a estos profesionales sanitarios una perspectiva histórica del desarrollo y uso de las armas químicas, de los tipos de productos químicos que han venido utilizándose como tales, así como una síntesis de los esfuerzos realizados por la comunidad internacional para prohibir el empleo de tales productos.
El capítulo 2 de la guía aborda las consideraciones generales sobre la gestión de bajas químicas y proporciona una visión general de los conceptos básicos que el personal médico involucrado debe tomar en consideración en la gestión de un incidente por armas químicas.
Los capítulos 3 a 8 de la guía están dedicados a la gestión médica de las bajas causadas por: agentes vesicantes (blister agents, agentes formadores de ampollas); agentes nerviosos; agentes sofocantes (asfixia); agentes hemotóxicos; agentes para el control de disturbios (irritantes sensoriales); y las toxinas (en concreto, la ricina, una toxina vegetal, y la saxitoxina, una toxina marina). Entre los aspectos tratados para cada uno de estos tipos de agentes químicos de guerra se incluye el mecanismo de toxicidad, los signos y síntomas que aparecen después de una exposición aguda, la gestión clínica y el tratamiento. En los casos procedentes, se trata además la posible aparición de efectos a largo plazo causados por la exposición a los distintos tipos de agentes químicos de guerra.
El capítulo 9 de la guía ofrece un resumen de los capítulos anteriores y contiene las observaciones y conclusiones finales.
La guía comprende también un conjunto de anexos que proporcionan información relevante sobre: la Convención sobre Armas Químicas; los tipos de agentes químicos de guerra que han sido considerados en esta guía; la información preliminar sobre algunas otras sustancias tóxicas que podrían utilizarse como agentes químicos de guerra; un diagrama destinado a la identificación preliminar de los tipos de agentes químicos de guerra a los que ha estado expuesta una víctima, basándose en sus síntomas iniciales, así como información sobre las consecuencias a largo plazo de la exposición a varios agentes químicos de guerra. La guía incluye también una lista de siglas y un glosario con los términos utilizados en este documento.
Los autores desean reconocer al Dr. Shahriar Khateri, de la División de Asistencia y Protección, en la Secretaría Técnica de la OPAQ, su dedicación y apoyo incansable, que ha resultado un elemento esencial para la conclusión con éxito de esta obra.
En definitiva, esperamos que esta guía sea una valiosa ayuda para los profesionales sanitarios en la gestión clínica y el tratamiento de las víctimas de armas químicas.
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