En qué tipo de misiones de rescate podemos emplear todo el tiempo del mundo en rescatar a una víctima? Hasta donde sabemos y tenemos experiencia, en ninguna…
Hasta una misión de búsqueda y recuperación (victimas sin vida) requiere de un tiempo específico. Muchos dirán, -¨Pero si la víctima ya está muerta, porque apurarse?¨-. Pues sí, es verdad y sin dudas podemos darnos el lujo de planear más quirúrgicamente nuestra misión y los pasos a seguir sin el apuro, el stress y el nerviosismo que se sucede en una salida de emergencia. Sin embargo, hasta este tipo de misiones requieren de un tiempo específico ya que factores climáticos, políticos, legales o naturales pueden transformar en pocas horas (incluso minutos) a una misión en un verdadero infierno terrenal.
Basándonos en todo esto es donde realmente no es preocupante y alarmante el incremento de ciertas prácticas durante misiones reales, a enumerar:
1. Excesivo despliegue de materiales y recursos humanos durante una misión.
2. Inclusión e inserción de personal poco calificado en la escena.
3. Falta de liderazgo, comando y control durante una misión.
1. Durante una práctica o durante un curso es muy común que los instructores enseñen una técnica determinada de diversas maneras. Esto es ideal, no solo para lograr que el cursante entienda la misma y pueda según la situación realizar determinada maniobra de la forma más práctica y correcta según el caso; sinó también para que el mismo comprenda la utilización de varios sistemas y aparatos que se utilicen para esa maniobra en particular.
Como siempre pregonamos aquí en el blog, la utilización de sistemas redundantes es obligatoria en cualquier misión de rescate siempre y cuando los materiales, el tiempo y el cuadro de situación lo ameriten. Sin embargo, hemos visto en muchas practicas, simulacros y peor, en misiones reales; el despliegue excesivo e innecesario de materiales con la consecuente pérdida de tiempo y sobre todo la posibilidad perdida, extravío y robo de los mismos, además de la posible confusión en la elección del material y en la forma en que éste ha sido desplegado.
Por ejemplo, bien sabemos que las normas NFPA quizás sean las más engorrosas a la hora de operar con cuerdas, ya que no solo exigen redundancia, sino también multiplicidad a la hora de montar ciertos sistemas. No por ello son más seguras que otras normativas internacionales, ya que en un escenario de rescate de altura, tener 4 o 6 cuerdas y 3 o 4 anclajes para tan solo izar o descender una camilla, puede crear per se, una confusión en un grupo poco instruido o con un bajo número de operadores. Es por ello que muchas veces realizar una maniobra de la manera más simple, resulta ser a veces la forma más segura. Esta problemática la hemos observado en los EEUU particularmente cada vez más, donde muchos equipos de rescate de montaña están utilizando normas mixtas y volviendo a las raíces, utilizando sistemas lo más simplificados posibles y visualmente simples para una eficaz identificación del caso, en vez de sistemas modernos, pesados, sofisticados y sobre todo múltiples.
Otro tema es el exceso muchas veces de personal en el área de trabajo. Existen estándares internacionalmente aceptados y bien fundamentados, sobre la cantidad de operadores necesarios para ser utilizados en distintas maniobras de rescate. Si tenemos la gran suerte de contar con personal de más, debemos aprovechar esto para logar una mejora en otras tareas donde éstos no interfieran con la misión y ayuden de forma más efectiva en el desarrollo de la misma. Ej: perímetro, limpieza y orden del parque de material, preparación del comando de incidentes, manejo de prensa, vehículos, iluminación, logística, etc. Esto se observa común y particularmente en los bomberos, los cuales suelen contar a veces con bastante personal y a la hora de operar, todos desean colaborar o ser incluídos dentro de las tareas específicas en las que solo el personal extremamente calificado debe trabajar.
2. Muy ligado con el párrafo anterior, muchas veces las ansias de poner en práctica lo aprendido, la voluntad de ayuda y la adrenalina típica que todo rescatista experimenta al ser sometido a la presión de una misión, suelen ser actos absolutamente poco profesionales y riesgosos para el grupo y el éxito de una misión.
Salvo en casos donde los recursos humanos sean escasos o bien, no contemos con el personal capacitado para una misión específica, nunca debemos llevar en una misión o emplazar directamente en el escenario de emergencia a civiles y/o personal propio o de otras fuerzas que no se encuentren capacitados para el caso y sobre todo que no hayan entrenado previamente con nuestro grupo, ya que seguramente, él/ellos desconocerán el modus operandi de nuestra unidad, el equipamiento, la nomenclatura y vocabulario y las maniobras con las que nuestro grupo está familiarizado. Esto puede ser extremadamente peligroso y agregará un plus de riesgo a su misión.
Quien debe descender o insertarse primero en un rescate?
Un tema poco tratado en muchos foros internacionales y poco normalizado en operaciones de rescate técnico vertical, es el de cómo mantener un protocolo de operaciones eficaz ante una misión de rescate de altura en distintos escenarios, para saber quién debe operar o nó en el terreno.
En este caso nos encontramos (muy a menudo…) con equipos de rescate que poseen dentro de sus filas a verdaderos ¨Rambo¨ los cuales a veces de buena fé o por inconsciencia total, desean ser los primeros en descender, ascender o intervenir ante una emergencia. Nosotros en lo posible siempre recomendamos directamente deshacerse de este tipo de personajes ya que por más buena voluntad que posean, por lo general , todos están unidos por un factor mismo: Indisciplina, búsqueda de protagonismo, falta de trabajo en equipo e inconsciencia. Con ese coctel de ineptitudes sin duda usted agregará un factor de riesgo a su misión.
La realidad es que debemos siempre emplear nuestro criterio, entrenamiento y conocimiento del curríc*** de nuestro personal para insertar al operador más idóneo en la materia. Hemos visto en accidentes de montaña, como descendían hasta 2 operadores hasta una víctima politraumatizada y luego recién enviaban al elemento medico hasta ella. Esto es muy común y debemos nuevamente tener criterio y prever cuales son las necesidades reales de la víctima y las exigencias del terreno antes de emplazar a cualquier operador.
3. Todo equipo de rescate debe contar no solo con un líder, sinó también por un sistema jerárquico dentro del mismo. No todos los operadores están técnicamente o físicamente capacitados para hacer todo y aun si esto fuese así, no es correcto (contando con todo el personal necesario), que todos hagan ¨todo¨.
El líder sin dudas debe ser designado no solo por sus capacidades de liderazgo, sino por su experiencia y curríc***.
Aquí también sucede otro factor en cual el GOER ha sido pionero en Latinoamérica y modelo a seguir en este concepto: Que sucede si al arribar a un escenario, nuestro comandante carece de la experiencia o entrenamiento necesario para una misión específica y tenemos dentro de nuestro grupo a un miembro de menor jerarquía, pero más especializado en las necesidades de esta misión? La respuesta (por más de que a muchos ¨Lideres¨ les moleste), es que ese operador debe colocarse junto al comandante y tomar el control total de la misión por tratarse de un idóneo.
En el rescate, el juego de los egos debe ser desterrado y un verdadero líder debe justamente liderar y como parte de su rol, debe saber asumir éxitos y derrotas por igual, pero también debe ser un eximio administrador de los recursos con los que cuenta; entre ellos, los recursos humanos en pos del éxito de la misión.
Conclusión: Se puede escribir mucho sobre estos temas, pero lo importante es tener básicamente en cuenta esta problemática y abordarla desde un punto de vista netamente profesional. Si bien nos referimos exclusivamente en este articulo a temas de rescate de altura; bien estos conceptos pueden ser aplicados a otras especialidades del rescate.
A todos nos gusta jugar al rescate ya que además de las pasiones que esta actividad despierta en el corazón de todos los rescatistas; por lo general, las filas que integran a estas unidades suelen tener miembros que además de poseer una fuerte vocación de servicio, valor y gran convicción por su trabajo, se encuentran en la eterna búsqueda de la superación personal, el conocimiento y el enfrentamiento con la muerte, además del ego personal y la realización profesional como tal; pero aún así no podemos ¨jugar¨ al rescate en absolutamente ninguna situación. El juego debe ser limitado a las practicas y entrenamientos. En la vida real, en una misión, debemos ser consientes de la responsabilidad a la cual nos enfrentamos y estar a la altura de las circunstancias.
Inst. Facundo García
Capitán / Comité Directivo
GOER
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