Después de 11 horas de arduo trabajo, los miembros del Cuerpo de Bomberos de Armenia (Quindío) decidieron tomar un respiro para continuar sus labores de búsqueda y rescate de sobrevivientes del vuelo 965 de American Airlines.
Ya eran las 7:15 de la noche del jueves y la espesa niebla no daba espacio para la visibilidad a una distancia mayor a un metro lo que obligaba a los cuatro sabuesos a permanecer unidos para no perderse en medio de la espesa e inhóspita vegetación del cerro San José donde hacía diez horas había colisionado el boeing 757 con sus 164 ocupantes.
El teniente Marco Tulio Marín se levantó de la roca que le servía de asiento para alcanzar el termo con tinto caliente que colaron antes de subir al talado bosque que dejó el impacto de 600 kilómetros por hora de la aeronave.
Sin embargo, ninguno de ellos se pudo embeber un sorbo. Un gemido lastimero brotó de los restos de la aeronave. Como por arte de magia se olvidaron de termo, contenido y pocillos para cambiarlos por linternas, señales de humo que significaban indicios de vida y alaridos de apoyo a todo pulmón.
Somos del cuerpo de rescate... dónde estás? Si no puedes hablar, golpea algo, sacude algo, trata de hacer ruido, somos tus amigos , gritaban desesperados. Y cuando se disponían a prender una pequeña hoguera surgió el milagro. Un prolongado llanto lastimero los llevó hasta el fuselaje del avión y allí, entre unas retorcidas latas estaba una sobreviviente más de la tragedia. Era una perra cachorra color amarillo de raza labrador con escasos seis meses de edad. Aunque prácticamente tendría un día de vida, pues sobrevivir a semejante tragedia era volver a nacer.
OTRA SOBREVIVIENTE DEL VUELO 965 / Articulo por Oscar Eduardo Reyes...