Desastres y Fuerzas Armadas en México
Ana Lucía Hill Mayoral
La participación de las fuerzas armadas en escenarios de emergencia o en operaciones humanitarias no es nueva, su discusión tampoco lo es. Estemos a favor o en contra, la participación de las fuerzas armadas es una realidad, especialmente en cuanto a apoyo logístico o protección se refiere.
En el ámbito internacional, la oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidad ha desarrollado las directrices para definir la participación del ejército en operaciones de ayuda humanitaria y así garantizar su imparcialidad y neutralidad.
Las Directrices para la Utilización de Recursos Militares y de la Defensa Civil Extranjeros en Operaciones de Socorro en Casos de Desastre o Directrices de OSLO como se les conoce, de desarrollaron en los primeros años de la década de los 90, el documento final fue resultado de un esfuerzo de coordinación que concluyó con la celebración de una Conferencia Internacional llevada a cabo en Oslo, Noruega en enero de 1994. Estas directrices han sido revisadas y actualizadas en respuesta cambios organizacionales, a cambios en la terminología utilizada en campo y, principalmente, al gran despliegue de recursos militares visto en respuesta a los desastres sufridos en el año 2005.
En México no desconocemos la participación de las fuerzas armadas durante los desastres, es una imagen común. Son reconocidas como el brazo operativo del Sistema Nacional de Protección Civil(SINAPROC), en cumplimiento de una de las funciones más importantes, la de proteger el territorio nacional de los riesgos a los que está expuesto. Misión militar, lo reconozcan o no quienes critican o no ven con buenos ojos su participación en tareas que no tienen un propósito bélico.
Hay incluso quienes creen que un militar en México no cubre con los perfiles necesarios para responsabilizarse de las tareas de Protección Civil en el país –en cualquiera de sus tres niveles de gobierno- utilizando como argumento, argumento pobre por cierto, el contar con un enfoque reactivo al problema de los riesgos y las emergencias cuando en realidad deberíamos estar enfocados al manejo integral del riesgo. En mi opinión, no hay nada más lejano de la realidad.
Si el enfoque es reactivo, de debe a que así está diseñado el SINAPROC en el país y las normas que lo regulan. Pero es en el marco de este esquema de coordinación y colaboración que lo caracteriza que las fuerzas armadas han sabido imprimir un enfoque de riesgos a su responsabilidad.
La SEDENA lo hace a través del Plan de Auxilio a la Población Civil en caso de Desastre, mejor conocido como Plan DN III E, un Plan elaborado a mediados de los 60 y llevado a la acción en respuesta al desbordamiento del Río Pánuco en 1966. Se trata de un instrumento que establece los lineamientos generales para el Ejército y la Fuerza Aérea, para realizar actividades de auxilio a la población civil afectada por cualquier tipo de desastre. La SEMAR por su parte cuenta con un instrumento similar propio, desarrollado a partir de la creación del SINAPROC en 1986 denominado Plan Marina.
La coordinación entra autoridades civiles y militares en México es reconocido en el ámbito internacional y cada año expertos de los temas humanitarios participan en encuentros para conocer la naturaleza de esta dinámica en el país. La verdad es que no hay secretos, las fuerzas armadas trabajan con objetivos claros y definidos, con la certeza de que una misión debe concretarse, con respeto y disciplina. Reconocen el liderazgo de las autoridades civiles y tienen bien definido su tramo se responsabilidad.
Habiendo crecido entre militares, no puedo dejar de reconocer el esfuerzo que hacen todos los días en cumplimiento de su trabajo, en el cumplimiento de su misión, el garantizar la seguridad interna en el país, auxiliar a la población en casos de necesidades públicas y en el caso de un desastre, contribuir en el mantenimiento del orden, la atención de la población en riesgo y la protección de sus bienes.
Pero no solo responden operativamente como hemos visto en imágenes de televisión, el trabajo de protección de las personas, de sus bienes, de la planta productiva del país y de los servicios públicos requiere de un trabajo de análisis preventivo de los riesgos orientado a que, en caso de presentarse un incidente, se logre una recuperación temprana, mitigando el impacto negativo de los desastres, garantizando la continuidad y el funcionamiento de la sociedad y de sus instituciones.
La coordinación cívico-militar es posible, lo será siempre que los objetivos de la misión sean claros. Algo que muchos de los actores involucrados en los desastres no terminan de entender.
Fuente: http://themexicantimes.mx
Ana Lucía Hill Mayoral
Conferencista nacional e internacional en temas de Manejo de Crisis y Riesgos, Vulnerabilidad y Cambio Climático, Comunicación en Crisis, Continuidad de Operaciones (Business Continuity), Continuidad de Gobierno, Estrategias Político-Electorales, Comunicación e Imagen Política y Debate Político. Fue la titular de la Dirección General de Protección Civil de la Segob a través del Servicio Profesional de Carrera. Encabeza la Iniciativa Yo Soy Protección Civil. Trabajó como Emergency Management Associate al lado del Vicepresidente de la Office of Public Safety and Emergency Management de The George Washington University. También en The Graduate School of Political Management como Asesora del Programa de Gobierno del Proyecto en América Latina. Fue Directora de Prospectiva y Análisis Político en el Gobierno del Estado de Sonora y Asesora en la Subsecretaría de Planeación de la Secretaría de Agricultura. Ha sido Consultora del Sistema Económico Latinoamericano. Se desempeñó como Coordinadora General de Gabinetes en la Oficina del Jefe de Gobierno del DF. Asesora para la Fundación Miguel Alemán. Presente en el mundo del Stand Up Comedy.
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