El asbesto, también llamado amianto, es un conocido mineral cuya composición química consiste en silicatos de doble cadena. Se encuentra presente en la naturaleza en forma de finas hebras que pueden ser industrialmente trenzadas, gracias a su flexibilidad, para aumentar su resistencia. Como la mayoría de los silicatos, tiene una excelente resistencia a las altas temperaturas y básicamente pueden encontrarse dos tipos de fibras dependiendo de la variedad específica de mineral con el cual estemos tratando: fibras largas y enruladas (con forma de resortes), o cortas y rectas (con una forma similar a las agujas). Casi todas las fibras de amianto tienen una excepcional resistencia a ácidos, bases y se descomponen a muy altas temperaturas (800-1000ºC).
Dadas sus características anteriormente citadas, este material ha sido utilizado en las décadas del ´40 al ´60 por gran cantidad de rubros industriales, como ser el de la construcción de edificios, la industria naval y la industria automotriz (en todas ellas como aislantes de tuberías y protección ignifuga). Su principal utilización, al día de hoy, sigue siendo el refuerzo estructural del fibrocemento, mediante su incorporación al momento de realizar la preparación. El asbesto ha sido utilizado en pinturas, tejas, paneles de aislamiento acústico, térmico, embragues, pastillas de freno, etc. En la década del ´70 se podía encontrar este producto en una increíble variedad de manufacturas, desde un crayón de dibujo a secadores de pelo eléctricos, incluyendo por ejemplo complejos sistemas de aislamiento térmico en portaaviones de primera generación.
En el año 1989, la EPA Norteamericana (Agencia de Protección Ambiental) prohibió nuevas utilizaciones del asbesto, permitiendo sin embargo su uso en actividades ya desarrolladas hasta entonces. Por lo tanto, su presencia en edificios u otro tipo de construcciones antiguas es muy común. Esto representa una seria indicación en relación a la utilización de EPI al participar en operaciones de rescate/evacuación o situaciones de supervivencia relacionadas con derrumbes, colapsos estructurales, u otro tipo de siniestros que puedan suspender éstas y otras partículas en el aire.
Básicamente cualquier manipulación, perturbación o degradación de un objeto que contiene asbesto, sea este un deposito natural o un producto manufacturado, podría hipotéticamente liberar sus fibras en el aire o agua. Estas fibras, al ser muy poco degradables, no se ven afectadas por el sol, o la humedad, manteniendo así sus propiedades y su nocividad. De esto se desprende que aquellas depositadas en el suelo no se verán modificadas por el paso del tiempo y permanecerán intactas por largos períodos. Las fibras de diámetro pequeño y las partículas pequeñas pueden permanecer suspendidas en el aire y así ser transportadas largas distancias por el viento y el agua antes de depositarse. Lógicamente, las fibras y partículas de mayor tamaño tienden a depositarse más rápido.
En particular, la OSHA recomienda la utilización de respiradores tanto full-face como media-máscara en combinación con filtros N95/100 como el mínimo nivel de protección necesario, dependiendo éstos del ambiente en el cual deban emplearse. (Pueden ser utilizados de igual forma, barbijos correctamente colocados, siendo necesarias las mismas prestaciones que los elementos anteriormente citados. Es importante aclarar, sin embargo, que su efectividad será mucho más breve y acotada que la de un respirador.) En notas anteriores, hemos comentado acerca de la necesidad de protección respiratoria. AQUÍ.
-Cuales son los primeros síntomas?
Es verdaderamente complicado arribar a un diagnostico medico en base a los síntomas, ya que estos pueden aparecer entre 20 y 50 años luego de la exposición, a pesar de ser estas enfermedades definitivamente provocadas por el amianto. En general, se comienza con cuadros de fatiga, tos, dificultad respiratoria, pérdida de peso, dolor abdominal/torácico y otros. Toda esta lista es verdaderamente inespecífica, por lo cual la mejor manera de prevenir enfermedades relacionadas con el asbesto consiste en respetar los protocolos de manipulación del mismo. (es decir, utilización de EPI, etc.).
-Enfermedades:
Básicamente, la exposición prolongada o intensa a una fuente de asbesto puede llegar a provocar dos enfermedades de características particulares, todas ellas profunda y exclusivamente relacionadas con la exposición al mismo, las cuales se enumeran a continuación:
Asbestosis:
Consiste en la formación de pequeñas “cicatrices” en el interior del pulmón, que altera la contractibilidad y funcionamiento del tejido original. Estas pequeñas lesiones impiden un correcto intercambio de gases, reduciendo así la capacidad de un individuo de utilizar el oxigeno inspirado. Esto genera un descenso en la saturación de hemoglobina del enfermo, derivando en una taquipnea (aumento de la frecuencia ventilatoria) que podría conducir a un marcado y progresivo cansancio de los músculos respiratorios. Este cuadro presenta una necesidad inmediata de oxigenoterapia y en algunas situaciones, ventilación asistida mediante un respirador. Eventualmente, puede evolucionar a cáncer de pulmón. No existe tratamiento para este cuadro, exceptuando el tratamiento de los síntomas: abundantes secreciones pulmonares, fatiga ventilatoria, tos crónica y dolor de pecho.
Mesotelioma pleural o peritoneal:
En este caso, nos encontramos frente a una versión mucho más específica de cáncer, comenzando este mismo en el tejido que recubre los pulmones (pleura) y los órganos abdominales (peritoneo). Este tipo de cáncer suele ser muy agresivo y avanzar de forma tórpida, teniendo el paciente entre 4 y 9 meses promedio de sobrevida sin tratamiento. Afecta estadísticamente más al hombre que a la mujer, por razones socio-laborales y la edad promedio para su diagnóstico es de 60 años. Nuevamente, su tratamiento es muy complejo. En la mayoría de los casos el diagnostico es tardío, habiendo sobrepasado el momento en el cual una cirugía sería beneficiosa. La quimioterapia y la radioterapia es el tratamiento de elección para este tipo de afecciones.
Es importante recalcar que todas las patologías relacionadas con asbesto se ven seriamente agravadas en pacientes fumadores. De hecho, la mortalidad en dichos pacientes es considerablemente mayor que en aquellos que no fuman.
Para mayor información recomendamos ingresar al sitio web del NCI (National Cancer Institute), quien cuenta con una versión del mismo traducido al español, para la comunidad hispano-parlante.
Recuerde en todos los casos de intervención en estructuras colapsadas, llevar consigo su equipamiento EPI para el caso.
©2010 GOER
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