Los bomberos son puestos a prueba en las situaciones límites no sólo en los incendios sino en muchas situaciones y eso fue lo que sucedio en el terremoto con el Cuerpo de Bomberos de Valdivia. Muchos bomberos a partir de las 15.11 horas del 22 de mayo de 1960; vivieron tres meses dentro del uniforme, sirviendo a la comunidad, varios habiendo sufrido en carne propia los embates de la naturaleza, dejando sus casas y familiares.
El 22 de Mayo de 1960 es sacudido por el terremoto más grande de la humanidad 9,5 grados Richter.
Al rato de haber transcurrido la catástrofe, se supo que había caído la torre del Cuartel General con su imponente reloj en sus cuatro caras.
El edificio del Cuartel General de Bombas comenzó a construirse en 1937 y se terminó en 1938, fecha que está grabada en el frontis.
La explicación de porqué se desplomó es muy sencilla cuando se construyó el cuartel, se comenzó sin la torre, a medida que se construía el edificio, se pensó en adicionar una torre para el secado de las mangueras.
Como no tenía una base fuerte la estructura cayó sobre el hotel Royal y la calle Camilo Henríquez.
El edificio en si no se dañó.
Posteriormente se efectuaron remodelaciones que han sido terminaciones interiores, pero la fachada del edificio quedó igual. Los bomberos y la comunidad valdiviana lamentaron muchísimo la caída de la torre donde se encontraba el reloj donado por la empresa Siemmes, que permitía ver la hora, desde varias cuadras de distancia.
El primer rescatistas del Cuerpo de Bomberos de Valdivia se puede decir fue don Álvaro Inzunza Alvarado voluntario de la Séptima Compañía de Bomberos, quien rescató; poniendo en riesgo su propia vida. a un señor llamado José Cutiño, que se encontraba aprisionado en lo que hoy es la Asociación Chilena de Seguridad, había gente hospitalizada en el segundo piso y se desplomó el techo.
Tanto los bomberos, junto a los militares y obreros que trabajaron en los tacos del Riñihue, son verdaderos héroes en medio del desastre.
Algunos de esos heroicos valdivianos aún transitan por las calles de nuestra ciudad y ni siquiera se les reconoce públicamente por su valor y entrega desinteresada.
Bomberos asistía a toda la ciudad entregando agua potable. Y alimento que proporcionaba el Regimiento Caupolicán a toda la población. A cargo del Cuerpo de Bomberos en 1960 estaban el Superintendente don Arístides Bernier Lorca de la Tercera Compañía y el Comandante don Víctor Werkmeister Petersen de la Primera Compañía.
Los primeros días después del terremoto el agua se sacaba del río, pero después el río se llenó de agua salada, don Víctor Werkmeister Petersen, Comandante del Cuerpo; estaba muy preocupado, porque no encontraban agua para abastecer a la población valdiviana pero gracias a los conocimientos de don Ananías Zapata Mella (Q.E.P.D.), Segundo Comandante perteneciente a la Novena Compañía de Collico, que trabaja en el Molino Kunstmann; se reportó ante el Primer Comandante, con su personal haciendo el tendido cerca del Molino Collico e instaló un grifo de columna frente a la entrada de la casa de la familia Kunstmann, sacando agua desde un embalse desde el estero Collico que servía para abastecer a la destilería de los Molinos Kunstmann; con eso se logro el abastecimiento de la ciudad y a don Ananías Zapata nunca se le reconoció ese acto de sacrificio, que salvó a la población valdiviana de una situación que no tenía solución.
Bomberos no solo ayudaron a rescatar personas y a evacuarlas: después en los Barrios Bajos y otros sectores, desplegaron sus esfuerzos cuando se supo la gran amenaza de los tacos del lago Riñihue.
Estos hombres no dudaron en dormir los tres meses siguientes al terremoto, prácticamente con el uniforme puesto, siempre preparados a entrar en acción si la ocasión lo ameritaba.
El premio al esfuerzo de los "caballeros del fuego" llegó al primer año del aniversario de la catástrofe, cuando la municipalidad entregó la medalla a quienes dirigieron el esfuerzo de los bomberos de la ciudad.
El año 2005 después de cuarenta y cinco años, el Cuerpo de Bomberos de Valdivia volvió a homenajear a sus voluntarios.
Ellos fueron los voluntarios :
Ewaldo Busse, Ricardo Beckdorf, Julio Grob, Reinaldo Herrmann, Justo Sandrock, Enrique Molina, Germán Lünecke, Mario Bernier, Víctor Werkmeister y Claus Grob, de la Primera Compañía;
Orlando Garay, de la Segunda Compañía;
Samuel González y Platón Trench, de la Tercera Compañía;
Ricardo Klett, de la Cuarta Compañía;
Alfredo González y Hernando Lizama, de la Quinta Compañía;
Oscar Burgos, Juan Díaz, Luis Fuentes y Antonio Díaz, de la Sexta Compañía;
Sergio Büchner, Álvaro Inzunza, Carlos Vargas y Raúl Basso, de la Séptima Compañía;
Rafael Guzmán y Arnoldo Obando, de la Novena Compañía.
No hay que olvidar a la señora Gerda Doering de Clasing, esposa de don Fernando Clasing Braüning, que por más de dos meses habilitó un comedor en su casa y recibía a los voluntarios del Cuerpo de Bomberos, que llegaban en la noche. Al final tenía a 80 bomberos que atendía gratuitamente.
Nunca le reconocieron el gran sacrificio que hizo.
Algunos han fallecido, otros siguen vivos y pueden decir con orgullo que ayudaron a levantar la ciudad desde los escombros.
Un homenaje a estos héroes anónimos, gracias por darlo todo sin pedir nada.
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