A paso decidido y con el bastón plegado bajo el brazo, Rafa Olalla llega a la puerta del número 1 de la calle Sepúlveda de Barcelona, la sede de la ONCEen Catalunya. Apenas habremos intercambiado más de 10 minutos de conversación telefónica antes de conocernos en persona, pero me coge del hombro y dispara sin andarse por las ramas: “¿Has comido? Hacen un menú muy bueno en la cafetería”. Hace 10 años, Rafa fue uno de losbomberos que resultó gravemente herido en la explosión de gas del barrio del Fondo, en Santa Coloma de Gramenet. La deflagración ledestrozó la cara y le arrancó prácticamente toda la capacidad visual, pero también demolió las barreras sociales de precaución que suelen separar en las distancias cortas a dos individuos que acaban de estrecharse la mano por primera vez.
Frialdad y coraza no parecen ser dos de las palabras favoritas del exbombero. En apenas unos minutos, ha repartido saludos a diestro y siniestro. Después de leer en voz alta las opciones de la carta de mediodía y decantarnos por los mismos platos, su naturalidad y franqueza convierten en irremediable la primera duda que me reconcome: “¿Lleva el bastón blanco pero no lo usa, verdad?”. “Intento no desplegarlo ni de noche. Habiendo sido bombero, he tenido que aprender a moverme en la oscuridad, con humo y fuego o bajo tierra… Lo uso lo menos posible des del primer día”, responde. “Cuando entré en la ONCE me dijeron que me enseñarían a andar, pero yo les dije que para andar ya me apañaba, que yo quería usar la piscina. Fliparon un poco”, recuerda con una sonrisa. Su actitud ante la vida no incluye lamentarse.
Tras el accidente, este socio del FC Barcelona, quien dice ser el único ciego del mundo que practica kitesurf, decidió quitarse miedos y prejuicios y quedarse “desnudo, pero con una sonrisa”, como reza el libro69 tornillos y ciego ¿Ahora qué?, que recoge su reto de superación. Le ha servido, dice, de terapia durante estos años.
¿Ahora qué? ¿De veras es más feliz que hace 10 años?
Sí. Hasta que no te pasa algo como lo que me pasó, no te paras a ver las cosas que hace la gente por amor. Muchas personas se han volcado conmigo y también con mi profesión y mi grupo de trabajo. La explosión me ha permitido comprender la palabra amor. Eso ha hecho que yo me vuelva más cariñoso, porque todo lo hago con amor. Ahora me dedico a viajar, hacer amigos, reír y hacer reír.
¿Echa de menos el cuerpo de bomberos?
No hay adrenalina ni deporte que reemplace lo que siente un bombero cuando va en el camión follao con las sirenas puestas. Esa sensación implícita de que no puedes fallar al equipo no la encontraré en ninguna otra parte del mundo. La mayor secuela que me ha quedado es que jamás volveré a ser bombero.
No hay deporte que reemplace lo que se siente sobre un camión follao con las sirenas puestas
Aquella mañana estaba de guardia aunque no era su turno.
En el cuerpo tenemos fiestas, reducciones. Era mi día de fiesta, aunque eso es relativo. Yo le había cambiado el día a un compañero, que cada vez que me ve me da besos. Son azares de la vida.
¿Visto en perspectiva, volvería a cambiarle el turno?
Sí, era mi colega. Yo se lo pedí y él me cambió el turno por un favor y lo volvería a hacer. Los bomberos tenemos un perfil alocado, especial, prevalece mucho el compañerismo, el amor. Lo damos todo entre nosotros. No me arrepiento de nada de lo que he hecho como bombero. Bueno, solo de una cosa: no haber acabado el último trabajo que hice. Aquella mañana se suponía que lo que teníamos delante era lo más fácil del mundo. Cortar el gas y todos para casa. Pero no pude acabarlo.
¿Sigue en contacto con su equipo?
Sí, claro. Este año creo que planean un pequeño homenaje a mi equipo de trabajo, a otros dos chavales que estuvieron conmigo y que también resultaron heridos. Además, estoy en la escuela de bomberos. Doy la última clase a los nuevos miembros antes de que salgan al parque, tipocoach. Les doy el último empujón: les explico el valor que tiene el trabajo que van a hacer, lo que les va a esperar, que es el mejor oficio del mundo.
¿Buscó culpables del accidente?
Llevaba desde los 19 años trabajando de bombero. Sabía que en mi trabajo cabía la posibilidad de sufrir un accidente, no podía enfadarme por ello. Entonces, ¿con quién me enfado? ¿Con el técnico que no quiso cortar el gas la mañana de la explosión? Ya pagó con su cargo de conciencia: no tenía muchas ganas de trabajar aquella mañana, hacía frío, no quería hacerse cargo…y yo me cagué varias veces en aquel tío por no cortar el gas. Si lo hubiese hecho, todos nos habríamos ido y yo habría llegado a mi casa pronto. No lo entendí en su momento. Se hizo cargo el otro técnico, el chico joven que murió, y él se salvó. Creo que con eso tuvo suficiente.
¿Qué le ha costado más asumir?
La pérdida de la vista, sí, pero también superar que el niño de 9 años al que yo llevaba de la mano me tuviera que llevar a mí. Esa sensación fue muy dura. También me costó mucho asumir que nunca más volvería a hacer una guardia de bombero. Tengo un hijo de 20 años que entró el año pasado como guardia forestal, que es el paso previo a ser bombero, y ahora ya podría estar compartiendo mi profesión con él. Y me lo voy a perder.
Tiene mérito que quiera seguir el camino de su padre a pesar de todo.
Se ha criado entre bomberos. Era su ilusión de pequeño, desde mucho antes del accidente. Y ha vivido el parque de bomberos porque yo estaba separado y se venía conmigo a las guardias. Nos lo hemos llevado a hacer deportes, escaladas…
Ahora podría estar compartiendo mi profesión con mi hijo. Y me lo voy a perder.
¿La actitud positiva fue ya la primera reacción o ha sido un cambio de chip gradual?
Cuando me desperté al mes y medio del coma, no había visto nada de lo que pasó y quise ponerme las pilas. Me puse a rastrear paredes. Al principio me cabreaba porque nunca volvía a mi habitación. ‘Es lo que hay’, asumí. Una vez fui al psiquiatra y le dije que me quitara todas las pastillas, que prefería inhalar marihuana para los dolores.
Pues de no orientarse ha pasado a vivir de aquí para allá practicando kitesurf...
Buscaba algo para saciar la adrenalina de ser bombero. Necesitaba algo que me mantuviera en tensión y concentrado. Ir a correr es demasiado fácil. Cuando llegué a la ONCE, les dije que pasearía su logo por las playas, por los mares. Cada año me hacen un contrato y llevo una cometa con el logo de la organización por todo el mundo, haciendo kitesurf. Es una forma de demostrar que los deportes de riesgo son compatibles con las discapacidades. Viajo a Brasil, Filipinas, Cádiz… El kitesurf es un deporte nuevo dentro de la discapacitación y no está extendido. De hecho soy el único ciego que lo practica en todo el mundo. Ojalá esto sea olímpico algún día y pudiéramos ir a las Paralimpiadas. ¡Sería la leche!
¿Por qué kitesurf?
Fui a enseñarle a mi hijo hace años. Antes habíamos hecho surf y después aprendí el kite en Brasil, en casa de un amigo.
¿Viaja muy a menudo para practicarlo?
Vengo de estar estos últimos meses en Brasil y Filipinas, Pero ahora lo dejaré aparcado hasta marzo o abril: ¡no voy a meterme en el agua con lo fría que está en esta época aquí!
También pasa temporadas en Nerja.
Cuando me daban bajones, me iba a Nerja, de donde son mis padres y tenemos un apartamento, a pasar un tiempo y despejarme. Iba a olvidar mi vida y a intentar ser feliz. Allí empecé a tirar el bastón de día.
¿Cómo logra moverse sin el bastón?
La información, las sombras sin definir que veo moverse, me viene a tres o cuatros metros de distancia. El surf y los deportes que practico me han llevado a ser más rápido, a tener más velocidad de reacción. Y con eso he podido ir soltando el bastón, que es el tiempo de reacción que tenemos los ciegos.
También colabora con el FC Barcelona.
Soy una especie de intermediario entre la ONCE y el FC Barcelona. Yo siempre he sido socio y cuando tuve el accidente les expliqué mi historia, les dije que quería seguir yendo al campo y que quería llevar a mi hijo como lazarillo. Enseguida se prestaron y nos reservaron dos asientos que aún conservo. Yo les ofrecí mi ayuda para lo que necesitaran y me llamaron para proyectos relacionados con las discapacidades, como participar en el diseño de obras para hacer el campo más accesible, por ejemplo.
Con Xavi todo el estadio exclamaba ‘¡Ohh!’, con Messi gritan distinto
¿Asesora al Barça regularmente?
Nos reunimos una vez cada dos meses, cuando nos necesitan. También he sido la imagen de un vídeo sobre el fútbol y la discapacidad que lanzaron. Pero es que yo voy donde me llamen. Ahora me ha salido otro proyecto en la cárcel de menores de Málaga, donde han llevado mi libro. No quiero trabajar en un lugar fijo. Con mi sueldo de bombero, no me hace falta ganar más dinero. Un bombero no vale para estar quieto.
¿Cómo ‘ve’ el partido?
Después de varios años, he conseguido identificar a través de los gritos cuándo hacen un regate, cuándo dan un pase, cuándo meten un gol… Cuando aún estaba Xavi, todo el estadio hacía un “ohhhh”, mientras que cuando la coge Messi es otro sonido distinto. Dependiendo de la posición en el campo y lo que avanzan los jugadores, cambia. ¡Es una manera diferente de ver el fútbol!
El título de su libro alude también al reiterado paso por los quirófanos para reparar los graves daños en el rostro.
La explosión, una onda de 640 metros por segundo, rompió todos los huesos de mi cara. Nueve años, tres hospitales, 14 operaciones y tres genios de la cirugía. Mi cara estaba totalmente deformada. Tengo 80 tornillos. Ahora se me ve acabado, faltan solo dos meses para terminar la regeneración de las células madre. Es un método basado en un cambio genético de piel: las células madre se comen a las viejas y rejuvenecen la piel. Esto lo han inventado conmigo, durante cinco años, haciendo pruebas. Todo se hace con tu propia grasa.
¿Cómo han ido las ventas del libro?
En dos años he vendido la primera edición y ahora vamos por la segunda. Y ha salido en formato digital también. Mi experiencia en el coma fue lo que me llevó a hacer el libro. Me sirvió de terapia personal y es un agradecimiento a todo el personal sanitario que me ayudó. Les debía algo para responder a todo el amor que me dieron.
¿Tendrá continuación la experiencia literaria?
¡Sí! Estoy escribiendo la segunda parte, en la que quiero hablar de que cuando eres feliz. La Ley de Atracción funciona: cuando has conseguido quererte, ves que todo a tu alrededor puede cambiar. De momento es un borrador que voy haciendo. Quiero que sea la continuación de la historia.
¿Qué es lo mejor que le ha pasado en estos 10 años?
Encontrarme un equipo médico que se ha volcado conmigo al 100%, en los tres hospitales en los que he estado. El trato de la gente. A través de mí, mucha gente ha querido demostrar su aprecio por los bomberos. Es algo que nunca hubiera esperado.
Si le permitieran desarrollar una habilidad, ¿cuál eligiría?
Poder llevarme a todos los ciegos a dar una vuelta por Barcelona, de noche, para ir a los sitios a los que se supone que no podemos ir.
¿Y un deseo pendiente?
Que mi hijo sea bombero. Sé que sería feliz. Él es la única obligación que me queda en el mundo. ¡Y creo que es el único trabajo que he hecho bien!
Fuente: http://www.lavanguardia.com
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