La alarma suena, el deber llama, seguramente alguien de la comunidad está en riesgo y necesita de nuestra ayuda, el peor de nuestros enemigos ha aparecido y amenaza con generar daños a personas inocentes que no conocen de su comportamiento y origen, sólo saben que hace daño y arrasa con lo que tenga frente a él si no es controlado a tiempo.
En la estación, un equipo de hombres armados con valentía, disciplina y mucho sacrificio se preparan con sus implementos para disponerse a acudir al llamado de la comunidad que clama por ayuda para que el fuego no siga haciendo daño.
Las puertas de la estación se abren para dar paso a los camiones que con sus sirenas y luces alertan que salen para una nueva batalla a la que están dispuestos a vencer sobre todas las cosas.
A medida que se acercan los camiones al lugar de la emergencia, aquellos valerosos hombres y mujeres se preparan desde lo psicológico para enfrentar a la bestia que arde en llamas, el corazón aumenta sus latidos, la adrenalina se dispara a sus niveles más altos y los afectados los reciben con angustia pero con la sensación de que pronto será aliviado su dolor al extinguir el fuego que tanto daño ha causado.
El camión se detiene, el líder de la escuadra hace un análisis completo del lugar y los posibles peligros presentes, de tal manera que se pueda tomar la mejor decisión para la maniobra, procedemos a desenfundar nuestras armas, las mangueras, las cuales son cargadas con agua para poder sofocar el fuego y limitar su avance.
Es necesario avanzar, la bestia ha crecido y ruge con ferocidad, dando a entender que no pretende ceder ante la presencia nuestra, en los rostros de la comunidad puede verse el pánico y el miedo, pero aquellos caballeros que siguen con sus pasos firmes hacia adelante con sus mangueras y demás elementos combatiendo a la bestia, poco a poco van apagando la llama y controlando la situación.
Ha pasado algún tiempo, quizás un par de horas, en cada bombero puede notarse el agotamiento de una batalla pero así mismo, se puede observar la satisfacción del deber cumplido.
Por fin, la bestia ha sido derrotada y los bomberos pueden descansar sólo un momento porque deben recoger sus elementos porque una nueva batalla debe ser librada, esta vez en otro lugar.
El cansancio desparece y la adrenalina vuelve a dispararse a su más alto nivel. Todo vuelve a iniciar.
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