Los bomberos no sólo deben ajustarse el casco, el pantalón y la chaqueta para poder acudir a una emergencia, sino también el cinturón. Esto para poder hacer rendir su siempre estrecho presupuesto y enfocar los recursos en aquellos aspectos que son claves para el control de las emergencias.
Aunque parezca increíble, uno de los ítems en que más ahorran es en la seguridad personal de los propios voluntarios. Así lo afirma el Capitán de Cuerpo Bomberos Santiago (CBS), Cristóbal Goñi, quien señala que "una de las áreas que no podemos abordar adecuadamente porque nos faltan recursos es la protección personal de los propios bomberos".
Esto, en la práctica, significa que deben adquirir uniformes de menor calidad para la gran mayoría de los voluntarios. "En algunos momentos, tenemos que comprar uniformes de mala calidad y no el que realmente debemos tener para enfrentar las emergencias, según las normas internacionales. Los que compramos permiten un nivel de seguridad muy básico", señala Goñi.
El comandante indica que dicha situación hace aumentar "la tasa de accidentabilidad y de las enfermedades propias de la actividad". Además, el hecho de que sólo algunos tengan el equipamiento con el estándar de seguridad adecuado, acarrea que no todo el personal pueda intervenir en la primera línea de acción de la emergencia, que es la más especializada y arriesgada.
Goñi indica que hace poco compraron uniformes de buena calidad en el CBS, pero sólo alcanzó para 30 de los cien bomberos que tiene cada una de las compañías. "O sea, que 70 bomberos tienen que quedar en un nivel de acción secundario, en el entorno de la emergencia", explica.
Para formarse una idea, el equipamiento de seguridad está compuesto por esclavina, guantes, pantalón y chaqueta ($560.000), casco ($150.000) y botas ($50.000), lo que suma $675.000.
A esto se suma un equipo de respiración autónoma ($1.500.000), esencial para actuar donde hay humo y sustancias peligrosas, pero debido a su alto costo, en cada compañía del CBS sólo hay 12 equipos. "O sea que hay una cantidad importante de bomberos que no puede intervenir en las emergencias donde ambientes contaminados porque no tiene protección respiratoria", acota Goñi.
El superintendente del CBS, Juan Enrique Julio, agrega que en ocasiones los bomberos deben seguir usando sus uniformes aunque estén viejos y que en algunos casos "se empieza a filtrar agua".
Todo esto hace que, en ocasiones, los propios voluntarios se compren el uniforme. "Algunos bomberos, ya por frustración y porque quieren trabajar y colaborar, terminan comprándose sus equipos de seguridad personal", afirma el comandante Goñi, aunque "es una decisión personal".
Estirando al máximo el uso de mangueras y carros bomba
Otra forma en que ahorran recursos es utilizando el mayor tiempo posible material como escaleras y mangueras. "Cuando vemos que una manguera tiene una pinchadura a medio metro de donde termina, se corta y se la hace funcionar un poco más corta. Pero la gracia hubiera sido que se reemplace por una nueva de la longitud estándar", ejemplifica el superintendente.
La misma suerte corren los carros bomba que, según Julio, no debieran tener una vida útil de más de 12 años. Sin embargo, indica que "cuando no hay recursos, hay que hacerlos durar".
Así, el promedio de renovación en Chile es de 20 años, lo que dista de países como Estados Unidos, donde no excede los seis. "Lo mínimo que uno podría esperar son diez años", afirma Goñi, quien considera que "estamos sobre el promedio internacional de renovación de este tipo de equipos".
Otro ítem en que se maximizan el ahorro es en las capacitaciones. Julio indica que si bien muchos de los cursos básicos son realizados por instructores del CBS, que no cobran, en algunas especialidades se deben contratar instructores externos. Dichos cursos pueden costar entre $50 mil y $100 mil en Chile, valor que aumenta en un 70% si se realizan en el extranjero.
Dice que lo que intentan hacer es especializar lo antes posible a algunos voluntarios, para que ellos, a su vez, puedan instruir al resto de los bomberos y así evitar ese gasto.
A todo lo anterior se suma que los voluntarios además deben cancelar una cuota mensual por pertenecer a la institución, dinero que se utiliza en la mantención de los cuarteles, pago de cuentas y aseo, entre otros. La cuota la fija cada compañía, pero varía entre $5 mil y $30 mil.
"Es una cuota menor, pero que refleja un sacrificio, en el sentido de que no sólo se está dispuesto a ser bombero sin pedir nada a cambio, sino que además está dispuesto a sacrificar parte de lo suyo para pertenecer a esta institución", destaca el superintendente del CBS, Juan Enrique Julio.
Quieren seguir siendo voluntarios, pero piden más recursos del Estado
El superintendente detalla que este año sólo en el CBS se requieren $4 mil millones para funcionar. En promedio, cada una de las 22 compañías tiene un gasto anual de $100 millones, esto sin incluir la indumentaria de los voluntarios, las capacitaciones ni la renovación de equipos.
Detalla que la mayor parte de su financiamiento proviene del aporte de los socios colaboradores, por lo que cada tres años hacen una campaña de incorporación. En el CBS, por ejemplo, en los tres últimos años (2007 a 2009), el 44% del financiamiento lo han obtenido por esta vía.
A esto se suma una subvención estatal, que se divide entre los cerca de 300 cuerpos de bomberos del país. Pero dicho aporte es minoritario. En el CBS, sólo alcanza a cubrir el 25% del presupuesto. La diferencia la intentan solventar con algunos negocios que poseen y siempre tienen "la esperanza" de recibir un aporte extraordinario de algún municipio. Pero al final siempre hay un déficit.
Ante este panorama, propone que se incremente la subvención estatal, ya que de esa forma podrían "tener el material permanentemente renovado, en buenas condiciones y de última generación". Sin embargo, precisa que no exigen que el Estado cubra todo su presupuesto. "Nosotros entendemos que los recursos del Estado son limitados, en consecuencia no es eso lo que se busca", acota.
Pero pese a todas las dificultades, los bomberos dejan claro que no pretenden dejar de ser voluntarios y afirman que la calidad de los funcionarios se debe a esa condición. "La calidad del servicio es justamente por nuestra condición de no rentados, de querer ayudar en forma generosa y solidaria. Si el día de mañana a un Bombero le pagan, va a perder la mística", afirma Julio.
No obstante, aclara que si bien no reciben un sueldo por realizar su trabajo, sí son profesionales "en términos de capacitación, conocimiento y especialidades".
Por su parte, el Capitán Goñi es enfático en señalar que el hecho de que sean voluntarios no significa que no el país no les deba entregar todos los recursos que necesitan para realizar su función sin complicaciones adicionales. "Nosotros queremos ser bomberos voluntarios, pero lo que le pedimos al país es que nos de los recursos para poder ser bomberos voluntarios", señala.
Finalmente, el superintendente Juan Enrique Julio dice confiar en que tras su desempeño en los terremotos de Chile y Haití, las autoridades tomen más conciencia sobre la labor que realizan. "Confío en que estos lamentables sucesos tengan como contrapartida un mejor reconocimiento de parte de la autoridad y con ello se pueda lograr una mejoría en el financiamiento", indica.
fuente:
www.emol.com
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