No siempre los incendios más rápidos o con más hectáreas son los que más daño causan en los suelos, que con las llamas ya extinguidas sufren riesgo de erosionarse y perder sus nutrientes. La Xunta iniciará con urgencia los trabajos de recuperación. Un experto explica las claves de esta labor
Todos los terrenos con más de 100 hectáreas calcinadas serán analizados para facilitar su recuperación - EFE
«A veces lo peor no sucede durante el incendio. A veces lo peor viene después». La frase la pronuncia Serafín González Prieto, presidente de la Sociedad Gallega de Historia Natural y miembro del Instituto deInvestigaciones Agrobiológicas de Galicia. Desde este departamento delCSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas) ha liderado en los últimos años algunos de los más interesantes estudios relacionados con los fuegos y la regeneración de suelos.
En la recta final de la campaña estival contra las llamas, la Xunta acaba de anunciar que la próxima semana comenzarán los trabajos «urgentes para recuperar el potencial forestal» en terrenos afectados por esta lacra, tras la que en la mayoría de los casos está la mano del hombre. Solo este año han sido detenidos 59 presuntos incendiarios. Según informó la consellería do Medio Rural, está previsto invertir cerca de 3 millones de euros «para hacer un control de los riesgos hidrológicos erosivos asociados a los fuegos y atajar los posibles procesos de degradación de suelos afectados».
Esta labor se desarrollará en los focos que hayan superado las 100 hectáreas, donde el Gobierno autonómico ejecutará acciones de consolidación, sembrados regenerativos, eliminación de madera quemada sin valor de mercado y aprovechamiento de aquella recuperable. También se intervendrá en cunetas y obras de paso «para facilitar la capacidad de evacuación de aguas».
La lluvia como enemiga
Las particularidades de cada incendio determinarán el diagnóstico. El resultado «depende de varios factores», indica González Prieto, que enumera: «cómo ha sido el fuego, dónde, qué condiciones meteorológicas se han producido después...». «Un incendio muy rápido que haya matado muchos árboles y animales tiene la ventaja de que la vegetación y el suelo están menos tiempo expuestos a temperaturas muy altas y sufren menos. Sin embargo, un fuego lento, ladera abajo o contra el viento avanza despacio y las llamas tienden a pegarse al suelo. Son más destructivos porque pueden acabar con el banco de semillas, las partes subterráneas de las plantas o materia orgánica con nutrientes y propiedades de estabilidad», comenta este investigador gallego.
—Después de un incendio, ¿qué?
«En un incendio muy rápido la vegetación y el suelo están menos tiempo expuestos a temperaturas muy altas y sufren menos»
—Si el incendio es rápido y somero, no es necesario intervenir para facilitar la recuperación. Si es moderadamente severo pero ha quemado una zona arbolada y las hojas han quedado solo chamuscadas, tampoco. Pasados unos días empiezan a caer y forman una capa que protege al suelo de la lluvia. Es una alfombra. Lo tenemos vendado para que nada le impacte. El problema es si las hojas y ramas se han consumido o el suelo está muy dañado. Esto es un factor de riesgo. Puede erosionarse. Y si no es una zona llana sino de pendiente, el riesgo es aún mayor. Si vienen lluvias intensas, lo arrastra y esto agrava los daños tanto sobre la zona quemada como en el lugar donde se depositen estas cenizas y esos sedimentos erosionados: en embalses, cursos de agua, rías, playas de marisqueo...
La paja como remedio
—¿Cómo se evita esa erosión?
«En un fuego lento, ladera abajo o contra el viento, las llamas se pegan al suelo. Acaba con bancos de semillas, raíces o nutrientes»
—Tomando medidas de estabilización del terreno para mitigarla. Hay varias estrategias: una essembrar herbáceas, algo fácil y barato; pero si entre que se produce el incendio y llegan las lluvias pasa poco tiempo, puede que las plantas no crezcan. Otra alternativa es usar un alfombrado de paja, viruta o serrín. La paja ocupa poco y es fácil cubrir una gran superficie con escaso peso. Al principio era escéptico con esto porque con lo que sopla el viento... pero nuestra experiencia nos dice que es útil. Hemos colaborado en estudios universitarios y hemos visto que, a poco que tengan humedad, se pegan sobre el suelo, se entrelazan y forman una alfombra protectora que funciona muy bien.
Recuerda que en un uno de los experimentos «cayeron 3.000 litros de agua por metro cuadrado en trece meses y aguantó muy bien. En otro hubo chaparrones y soplaba el viento y logró reducirse la erosión en un 85-95%. En pendientes es muy eficaz. Podríamos pensar que hemos resuelto el problema...».
—...pero.
—Las dosis de paja que se emplean por metro cuadrado son pequeñas: 200-250 gramos. Pero en una hectárea se necesitan 2 toneladas y media. En un incendio de 3.000 hectáreas como el de Cualedro de 2015 harían falta 7.500 toneladas. Son muchas para transportar, aplicar... Tendría un coste muy elevado. Y podríamos competir con alimentación para ganado y otros usos.
—Es decir, que tenemos una técnica útil, pero un tanto inviable.
—Hay que lograr que el número de incendios, la superficie quemada y la repetición en la misma zona se aproxime a un régimen natural y no, como ahora, que se deben a causas humanas en más de un 90 por ciento de los casos.
—¿Esta técnica se ha testado en algún incendio considerado relevante?
—Sí, en el de Camba, en Laza, ocurrido en 2010 y que afectó a 1.800 hectáreas. De 2009 a 2015 desarrollamos varios proyectos de investigación. El uso de la paja no fue una idea nuestra. Lo que intentamos nosotros era realizar estudios con rigor científico para comprobar si era eficaz o no. Se usaba, pero no se evaluaba el impacto. Había también pocos análisis sobre el efecto de la paja sobre las actividades microbianas, los nutrientes del suelo... Los resultados señalan que para algunas propiedades es neutro y para otras es beneficioso. La paja se descompone luego sola.
Casi 60 incendiarios identificados este año
Otras tres personas más se han sumado en las últimas horas a la lista de sospechosos de haber provocado incendios en los bosques y montes de la Comunidad gallega, con lo que ya son 59 personas en lo que va de año, una de ellas (bautizada como «la incendiaria de Cerceda») en prisión incondicional desde el mes de agosto. Están relacionadas presuntamente, según informa la Policía Autonómica, con fuegos en el concello pontevedrés de Mos y el coruñés deRibeira ocurridos esta misma semana. La primera de ellos es unamujer vinculada a un foco que el lunes afectó a 1.2000 metros cuadrados de superficie. Fue identificada gracias al trabajo conjunto de dichos agentes y el personal del Distrito Forestal IV.
A mayores, se investiga a dos hombres que habrían provocado dos fuegos el fin de semana anterior. «Los incendios fueron producidos cuando estaban lanzando fuegos artificiales», detallan desde la Vicepresidencia de la Xunta. Su actuación hizo que se quemaran 500 metros cuadrados de superficie rasa y arbolada.
Fuente: http://www.abc.es/espana/galicia/abci-cuidados-intensivos-para-mont...
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