Pero Chile no solo aprendió de aquel fatal sismo, lo ha ido haciendo con cada uno de los que ha sufrido, empezando desde que el mayor terremoto de la historia, de magnitud 9,6, azotara la ciudad sureña de Valdivia en 1960.
Así no sólo las autoridades reaccionan rápido, los ciudadanos también. Con rapidez, pero sin correr.
Y es que desde niños participan en simulacros organizados en los colegios y aprenden que mantener la calma y evacuar en orden es más seguro y eficaz.
Porque viven en el que se dice "el lugar más sísmico del mundo", los chilenos argumentan que "están acostumbrados".
Además, la investigación sismológica es de primer nivel. Así lo señala el propio Centro Sismológico de Chile, aunque en la sección de preguntas frecuentes de su página web reconoce que "falta una red de instrumentos más densa y profesionales que analicen los datos".
En la misma línea, Sergio Barrientos, director científico del Servicio Sismológico de la Universidad de Chile, señaló en su día que "es necesario establecer un sistema de observación que permita detectar los temblores iniciales más pequeños y, sobre todo, establecer una red de mediciones que dé información suficiente para determinar las fuerzas que están actuando".
Al fin y al cabo, por sus características geológicas, Chile tiembla cada año, a diferencia de otras regiones. Y eso hace que la capacidad de resistir a ellos sea una prioridad.
2. Construcción antisísmica
Ya en abril de 2014, BBC Mundo se preguntó por qué si el palacio presidencial de Haití se desplomó después del terremoto de 2010 o si Ciudad de México quedó hecha ruinas en 1985, cómo es posible que en Chile no ocurra eso cuando vive sismos más fuertes.
Consultaron a varios expertos, y todos ellos coincidían en que las claves eran el hormigón armado, los disipadores de energía y los estudios de suelo exigidos por una normativa muy estricta que, con muy pocas excepciones, suele cumplirse.
"Es impensable construir, por lo menos en zonas urbanas, sin atender al cuerpo normativo legal", dijo entonces el presidente del Colegio de Arquitectos de Chile, Sebastián Gray.
En ese sentido, en Haití y en Nepal la realidad es muy distinta. "Las casas en Nepal, tanto en las áreas urbanas como en las rurales, son de una calidad muy pobre".
"No es que no haya normas de construcción segura. Las hay, pero no se cumplen por pobreza o por desconocimiento". Las de Chile, por su parte, exigen el uso de materiales y estudios que encarecen mucho la construcción.
"La norma asegura que en Chile las estructuras mantengan una resistencia tal que permitan salvar vidas humanas, pero no obliga a que no sufran daños", aclaró el arquitecto Jaime Díaz, profesor de la Universidad de Chile.
Así, la estructura debe ser de hormigón y de acero, suficientemente flexible y resistente para dejar que el edificio se mueva, se balancee y no se caiga.
Además, las construcciones más modernas "tienden a incorporar elementos como aisladores y los disipadores sísmicos, que permiten que el movimiento de la tierra no se transmita al edificio y, si se transmite, que esa energía sea absorbida", añadió Díaz.
Y el estudio del suelo permite que los cimientos sean los adecuados. "A cada tipo de suelo corresponde un cálculo específico para el tamaño, forma, profundidad y resistencia de las fundaciones", explicó Gray.
A todo esto se debe la resistencia de los edificios de Chile frente a los terremotos, pero son medidas caras que difícilmente se aplican en países con situaciones económicas menos favorables.
3. Factores naturales
Sin embargo, por muy preparado que esté un país y por mucha conciencia que tengan sus habitantes, siempre hay unos factores que se escapan del control humano: los naturales.
Gracias a estos factores está Chile más preparado que Haití o Nepal, por ejemplo, ante los sismos.
Nepal está ubicada en una zona de colisión continental, justo donde la placa tectónica India choca con Asia. La velocidad a la que sucede esa colisión es de 4,5 centímetros por año, lo que hace que los grandes terremotos estén separados por décadas.
Sin embargo, la falla chilena, una gigantesca fosa en el suelo del océano Pacífico se entierra bajo el continente sudamericano a una velocidad de casi 10 centímetros al año. Eso hace que se produzcan sismos con mucha más frecuencia y que prepararse para resistirlos sea una prioridad para el país.
Por otra parte, el nivel de destrucción de un sismo tiene que no solo con su magnitud sino con la ubicación de su epicentro.
Además, tras este último terremoto en Chile tampoco se produjo un tsumani, lo que causó la mayoría de víctimas en 2010.
Así, Chile tiene la clave para lograr que los terremotos provoquen el menor daño posible.
Con información de BBC Mundo.
Foto: cutrnds.hol.es
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