Gran pesar existe en el Cuerpo de Bomberos de Angol por el deceso de “Marcela”, la yegua que a los cinco años de vida llega al hogar de Manuel Garcés, voluntario de la institución.
Un día nace la idea de comenzar a mostrar a la comunidad angolina la bomba a vapor que data de principios del siglo XX y que prestara servicios durante muchos años a los bomberos angolinos.
Ahí fue cuando Marcela, bautizada con cariño por los bomberos como “La Geisha”, toma la misión de tirar de esta invaluable reliquia en cada desfile en que se presentan los carros de bomberos.
Durante seis años, Marcela recibió los aplausos del público, especialmente los niños, que veían entusiasmados cómo la yegua tiraba de la bomba en cuanta presentación pública tuvieran los voluntarios.
Cuenta su dueño que la yegua era muy mansa y obediente, por lo que decidió dedicarla exclusivamente para las labores de bomberos, y por ello, cuando no se encontraba desfilando por las calles de Angol, su vida transcurría plácidamente en la parcela Santa Hilda, en el sector de El Rosario.
La Navidad pasada, vale decir hace muy pocos días, Marcela había participado de la celebración de la Navidad de los hijos de los voluntarios. Como siempre, su propio dueño venía tras las riendas, esta vez con el disfraz de viejito pascuero para entregar dulces y golosinas. Como siempre, Marcela se robaba las miradas y aplausos de los niños.
DESPEDIDA
Pero todo cambió este sábado, cuando a eso de las 7.30 de la mañana, don Manuel llega a darle de comer como hacía cada día. Como siempre, le puso su propia mano para que el animal se alimentara, pero esta vez Marcela no quería y se comportaba extraña. Minutos después esta servidora de la ciudadanía caía inconciente en medio de espasmos, por lo que el bombero corrió hasta una casa vecina, donde reside un médico veterinario.
Desgraciadamente a esa hora ya nada se podía hacer… Marcela dejaba este mundo producto de un paro cardiorrespiratorio fulminante.
Minutos después llegaban al lugar bomberos de las cuatro compañías de la ciudad, con la finalidad de acompañar a su camarada fallecida, hecho que provocó la consternación de todos estos hombres.
Horas más tarde y ante las lágrimas de sus compañeros, Marcela era despedida con mucha tristeza. Sus propios camaradas tuvieron que utilizar un carrobomba para tirar sus restos y llevarla a su última morada en medio del ulular de las sirenas de los carros.
Marcela se despedía con honores, como un bombero más que parte tras una vida de servicio público.
SUCESORA
Autoridades de Bomberos dijeron que la tradición de sacar la reliquia a tiro de caballo, tal como se utilizaba en el siglo pasado no se perderá, pues Marcela deja una cría de dos años llamada Rupertina, la cual tendrá el honor de seguir con la tradición de su madre, cuando el próximo desfile la bomba a vapor salga a recorrer las calles de Angol, esta vez con la próxima generación de caballos- bomberos que sirven con su noble trabajo a esta institución.
Fuente: www.canaldenoticias.cl
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