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Gestion e intervencion psicologica en emergencias y catastrofes
7 de agosto de 1996. Una riada que afecta el camping «Las Nieves», en
Biescas, deja 87 muertos y 183 heridos. Por primera vez en España acuden
a una emergencia un grupo de psicólogos. Muchos psicólogos, al enterarse
de la noticia se preguntan qué hacen unos psicólogos en una catástrofe.
En aquellos momentos no existía ni experiencia ni formación al respecto.
11 de marzo de 2004. Madrid. Varios atentados terroristas con bombas
en los trenes de cercanías terminan con la vida de 192 personas y
hieren a más de 2.000. A las 9:00 h, el COP de Madrid pone en marcha
el dispositivo de coordinación para el desarrollo de la asistencia psicológica
necesaria. Nadie se pregunta qué hacen unos psicólogos en una
catástrofe (lo contrario es lo que sería anómalo).
En nuestra sociedad, hoy en día, está establecido como parte de los
dispositivos de respuesta ante emergencias la ayuda psicológica a afectados.
Nuestra tarea no se limita al tratamiento directo de los afectados,
sino que se ha ampliado con tareas de organización, asesoramiento,
coordinación, educación y prevención.
Esto ha dado lugar una «especialización» y un interés entre los psicólogos
que se ha materializado en la creación de los Grupos de Intervención
Psicológica en Emergencias y Catástrofes (GIPEC) en la mayoría
de los COP de España.
En la actualidad, los psicólogos interesados en este campo cuentan
con una oferta formativa bastante extensa y con un cuerpo bibliográfico
(afortunadamente muy práctico) que les permite acudir a una emergencia
con una preparación no despreciable.
Ello no significa que todo esté hecho. Ni mucho menos. Ante nosotros
se abren retos muy importantes: mayor especialización, formación
universitaria reglada, reconocimiento oficial, mayor y mejor organización
y coordinación con otros cuerpos u organismos.
El 17 de noviembre de 1997, la ruptura de un depósito de agua en
los altos de la ciudad de Melilla hizo que, de forma fortuita, comenzara
mi interés en este campo. Al caer el día nos reunimos un pequeño grupo
de psicólogos (todos con cierta experiencia en clínica) en la Consejería
de Bienestar Social. Nos mandaron al tanatorio para intervenir con las
familias de los fallecidos. Al montarnos en el coche se hizo un corto silencio
en el que resonó una pregunta: «¿Qué vamos a hacer?».