23 de marzo de 2011
Tendrán que pasar años antes de poder estimar los costes –humanos y económicos-, del devastador terremoto y tsunami que Japón sufría el pasado 11 de marzo. Una cosa es cierta: los costes serán enormes. Millones de personas están aterradas en el noreste del país mientras el Gobierno se afana en evitar un desastre nuclear. En estos momentos hay más preguntas que respuestas. Tres días después del terremoto, Knowledge@Wharton entrevistaba a Howard Kunreuther, profesor de Políticas Públicas y Empresa y de Ciencias de la Decisión, y a Erwann Michel-Kerjan, director del Centro de Gestión de Riesgos y Procesos de Decisión de Wharton, para evaluar las lecciones que tanto ejecutivos corporativos como expertos en gestión de riesgos deberían aprender del terremoto y sus consecuencias posteriores.
Knowledge@Wharton:Ustedes se han dedicado a estudiar durante años los acontecimientos de baja probabilidad pero elevado impacto. Estos días se está cubriendo la noticia del terremoto de Japón. En los próximos días y semanas tendremos mucha más información sobre lo que ha ocurrido. ¿Hay algo que les llame la atención sobre el modo en que se está cubriendo esta noticia?
Howard Kunreuther: Hay dos cosas que me llaman poderosamente la atención. Una es la magnitud e intensidad de este evento. Ha sido el séptimo en intensidad de todos los terremotos registrados. La segunda es lo bien preparado que estaba Japón, en el sentido de que sus normas de edificación y otro tipos de medidas estaban operativos. Y no obstante, debido a la magnitud del desastre y sus consecuencias en forma de tsunamis o la explosión de la central nuclear, el grado de devastación ha sido enorme. Aún habrá más consecuencias.
Erwann Michel-Kerjan: No podría estar más de acuerdo. Si tuviésemos que evaluar a los país de cero a diez a los países en cuanto a su grado de preparación, Japón podría tener un ocho o nueve. En mi opinión Estados Unidos tendría un seis o siete [y] ni siquiera vamos a molestarnos en hablar de algunas partes de Europa… Lo que estamos viendo es la perfecta conjunción de terremoto, inundaciones y fusión de un reactor nuclear. Es una situación realmente abrumadora, y la cifra de fallecidos no ha hecho más que aumentar. Es simplemente increíble.
Knowledge@Wharton: Si lo comparamos con, por ejemplo, el terremoto de Haití, una de las cosas que observaría cualquier persona que estuviese viendo las noticias es las diferencias en la construcción de los edificios. En Japón las normas de edificación son muy estrictas. ¿Tiene algún país un código semejante al japonés?
Kunreuther: No. En cuanto a terremotos creo que Japón tiene las normas más rigurosas por motivos muy evidentes. Han sufrido más terremotos que cualquier otro país desarrollado del mundo. Conocen los peligros y los han experimentado varias veces.
Michel-Kerjan: El único país que, hasta cierto punto, podría compararse con Japón es Chile. El pasado año hubo un gran terremoto en Chile. No es tan rico como Japón, pero el hecho de que Chile haya sufrido ocho o nueve terremotos en los últimos 10 años le convierte en un “buen estudiante” entre los países propenso a sufrirlos ya que debe estar preparado para el evento; podría ocurrir mañana mismo.
Knowledge@Wharton: Si observamos la información que tenemos por el momento, ¿detectan ustedes algún área donde no estuviesen suficientemente preparados?
Kunreuther: Lo interesante de la pregunta es definir qué entendemos por “suficientemente”. Hasta cierto punto, estaban suficientemente preparados para prácticamente cualquier tipo de terremoto… excepto para la intensidad del que sufrieron. Esto nos lleva a una pregunta muy interesante que debemos plantearnos como sociedad global: ¿Hasta qué punto invertiremos dinero en eventos de muy, muy baja probabilidad? Las viviendas y otras estructuras podrían haberse construido mejor. En parte está relacionado con los niveles de renta de la gente y dónde se localiza el terremoto. Pero la intensidad del mismo hace difícil saber si se podría haber hecho más de lo que se hizo.
Michel-Kerjan: Estoy de acuerdo con Howard en este tema. Es demasiado pronto para empezar a echar culpas a unos u otros. Todavía estamos en estado de shock. Esperemos unos cuantos días o semana antes de empezar a estudiar qué podría haberse hecho mejor.
Knowledge@Wharton: Evaluemos las cosas generales que la gente tiene que hacer para prepararse ante este tipo de eventos. En primer lugar está la baja probabilidad. ¿Cómo evalúan cuál es la probabilidad de que ocurra algo, incluso si se trata de hechos más cotidianos? ¿Se basas en la historia cercana?
Kunreuther: En el caso de los terremotos sabemos lo propensa que es una zona a sufrirlos. De hecho, estos días se habla mucho de que la Falla de San Andrés podría ser parte de una serie de posibles terremotos. Algunos sismólogos predicen que la probabilidad de que se produzca un terremoto aumenta por el hecho de haber tenido este. Tanto Erwann como yo hemos trabajamos en análisis del riegos, pero no estamos en posición de explicar qué han hecho para predecirlo. Sus predicciones son muy poco convencionales.
Michel-Kerjan: Bueno, hay que decir que es muy complicado predecir un terremoto. La pregunta es cuándo se va a producir. El “cuándo” podría ser un horizonte muy lejano. Cincuenta años en un periodo de cien es mucho tiempo para los sismólogos, no sólo para usted y para mí como individuos, sino también para los terremotos. Además, me gustaría añadir que incluso aunque obtengas una probabilidad, digamos uno sobre diez mil, ¿qué significa? ¿Cómo se traduce esto en la realidad? Es muy difícil porque la percepción de riesgo es en este caso incluso más importante que la cifra que obtengas.
Knowledge@Wharton:Suponemos que nada de lo que estamos haciendo está afectando el riesgo de sufrir un terremoto, que depende de las placas tectónicas y que nosotros no tenemos nada que ver.
Kunreuther: Es como el cambio climático.
Knowledge@Wharton: Se habla de inundaciones de cien años y todo este tipo de cosas que parecen estar ocurriendo con una mayor regularidad. ¿Cómo ajustan este tipo de eventos cuando la frecuencia y la historia parecen ser más volátiles?
Kunreuther: Hubo un periodo, tal vez hace veinte o treinta años, en el que la predicción de terremotos formaba parte de la agenda. La Fundación de las Ciencias Naturales y otras instituciones de investigación dedicaban importantes cantidades de dinero a trabajos en esta área. Hoy en día se tiene la sensación de que su capacidad para predecir ha disminuido. A lo máximo que llegan es a hacer estudios para ciertas zonas, como Turquía, en las que predicen que, tras el terremoto de 1999 sufrirán otro dentro de 20 o 30 años. No sabemos si los sismólogos siguen teniendo ahora tanta confianza en esas predicciones como hace ocho o diez años. Pero resulta muy, muy extraño que llegaran a esa conclusión. Tal y como Erwann comentaba, la pregunta de cuándo va a ocurrir y dónde es desconcertante y todo un reto para la profesión científica.
Michel-Kerjan: Además, cada vez están teniendo lugar con más frecuencia; ocurre lo mismo con otras cosas. Desde hace 10 años la población mundial ha aumentado en 1.000 millones de personas y en los próximos 10 habrá otros 1.000 millones más. Estamos hablando de siete, ocho mil millones de personas en este planeta. Y como la cobertura de los medios es ahora mucho mejor, podemos tener imágenes de lo que está ocurriendo en Japón durante las 24 horas del día, los siete días de la semana. Puedes ver el desastre desde el salón de tu casa, así que puedes percibir todas las emociones mucho más.
Lo último que me gustaría añadir es que cada vez hay más gente viviendo en áreas de alto riesgo. El estado de Florida es un buen ejemplo. Su población aumentó algo así como el 600% en los últimos 60 años. Una parte del trabajo que Howard y yo hemos hecho para el libro At War With the Weather (En guerra con el clima) examina estas cuestiones en detenimiento. Incluso antes de hablar del cambio climático, evaluamos cuánta gente está viviendo en áreas de alto riesgo. ¿Están suficientemente protegidos? La respuesta es no. Las consecuencias económicas y sociales podrían ser muy graves.
Knowledge@Wharton: En cualquier parte del mundo se observa que la gente suele vivir en la zona costera. Las áreas más densamente pobladas se encuentran donde hay agua y transporte. Lo cual nos lleva a la siguiente pregunta, relacionada con los costes. Obviamente existen costes humanos, pero en estos eventos también hay costes financieros, que suelen variar. ¿Cómo se podrían evaluar los costes si alguien estuviese interesado en encontrar cierto equilibrio entre riesgos y costes?
Kunreuther: Ese es uno de los grandes retos en esta área. Hay costes directos y esos costes son los que ahora se están señalando: costes en vidas. La información sobre el número de personas que han fallecido o los daños sufridos por los edificios ha ido cambiando cada hora. Pero existe un enorme coste vinculado a la interrupción de los negocios y un montón de interdependencias. Pongamos el ejemplo de Toyota. Están intentando averiguar qué va a ocurrir con la empresa en el propio Japón; y eso que su fábrica no sufrió muchos daños al estar situada bastante lejos del terremoto. Pero dependen de los suministradores. Y hay muchos problemas en la cadena de suministros. Aún desconocemos la seriedad de los daños en los transportes e infraestructuras, que pueden provocar enormes problemas. Tememos que observar todas estas cosas adoptando un punto de vista de largo plazo. No podemos simplemente afirmar ahora que el coste va a ser X. Es cuestión de tiempo que lo comprendamos completamente y sus costes indirectos.
Michel-Kerjan: Tal vez la probabilidad sea muy baja, pero ¿estamos bien preparados en caso de que mañana mismo sucediese algo similar? Si fuese Google me preguntaría cuál es la probabilidad de que ocurra un terremoto en Silicon Valley mañana; “¿Estaría preparado? ¿Tengo un seguro para ello? ¿Tengo protección financiera?” El terremoto de Japón tal vez sea uno de los más costosos desde el terremoto de California en Northridge en 1994. Estamos hablando de un gran acontecimiento.
Kunreuther: Hay otra cosa que me gustaría añadir; todavía desconocemos el riesgo de fuga radiactiva. El coste en caso de fusión del núcleo podría ser enorme… o si sucediese en un área más amplia. En mi clase sobre riesgo de hoy surgió una pregunta cuando estábamos hablando de esto: Qué va a ocurrir con la energía nuclear como consecuencia de todo esto. Existe cierta imagen sobre la seguridad de la energía nuclear, incluso aunque los japoneses han hecho todo lo posible para que estás centrales sean muy seguras. En comparación con Chernobyl son mucho más seguras. Sin embargo, la percepción general sobre la energía nuclear podría cambiar como consecuencia de este desastre.
Knowledge@Wharton: Una cosa que parece clara es que la energía nuclear ha ido escalando puestos de respetabilidad. Incluso los ecologistas dicen “Tal vez sea mejor que algunas alternativas basadas en combustibles fósiles”. Todo esto vuelve a debatirse.
Michel-Kerjan: Es mucho más que eso. Ahora la gente está realmente evaluando las alternativas. Un buen ejemplo lo tenemos aquí en Pensilvania, en 1979 con el accidente nuclear de Three Mile Island. No pasó nada en términos de millones de víctimas. No fue un accidente grave. Pero la percepción que se tenía sobre la energía nuclear cambió para siempre, al menos en este país. Y eso fue hace más de 30 años. Viniendo de Francia, donde empresas como Areva venden energía nuclear a China, Brasil y otros países, he estado en el frente de la batalla. Es un sector en expansión y sin lugar a duda están pensando en el futuro de su modelo de negocio.
Knowledge@Wharton: No sé si esta cuestión cae algo fuera de su área de conocimiento, pero las centrales nucleares en Japón son bastante viejas, entre 30 y 40 años creo… ¿Saben ustedes si la tecnología actual es mucho más segura que la de hace 40 años?
Michel-Kerjan: Es cierto para la energía nuclear y prácticamente para todas las cosas. La tecnología está mejorando día a día. No obstante, dada la magnitud de este terremoto, dudo que un reactor nuclear nuevo hubiese tenido un comportamiento mejor que el que se construyó hace diez, tal vez treinta años, como es el caso en Japón. La calidad de la construcción sería mejor pero estamos hablando de un fenómeno devastador…
Kunreuther: Algo que se ha comentado estos días es que las centrales de Japón están mucho mejor diseñadas que Chernobyl, y eso en el fondo no deja de ser una esperanza. Mientras hablamos están intentando por todos los medios evitar la fusión del núcleo con agua del mar. Pero el diseño de la central aún podría contener un parte importante de la radiación, cosa que en Chernobyl no pasaba. Es este contexto, definitivamente es una central mucho más segura. Ahora bien, si hubiésemos podido hacerlo o no mucho mejor es algo que, tal y como Erwann comentaba, se sabrá más adelante. Será interesante ver qué dicen los expertos sobre el diseño de centrales capaces de resistir en áreas proclives a terremotos.
El otro comentario que me gustaría hacer… es que aparentemente esta central está situada en una falla. Me pregunto si tendrían en cuenta las consecuencias de situar una central en una falla. Supongo que sí. No obstante, ahora se debate si la central se situó en el lugar adecuado.
Knowledge@Wharton: Una cosa es decir “Sí, podemos conocer más o menos la frecuencia con la que se producen los terremotos y calcular la probabilidad”. Pero en este caso, una de las cosas que parece haber salido mal es que los generadores diesel de emergencia fueron instalados por debajo del posible nivel de inundación si se rompían las barreras marítimas. Obviamente ahora parece un error obvio. Pero cuando se hace una evaluación de riesgos, ¿hasta qué punto deben ocuparse de detalles aparentemente menores que podrían ser infravalorados pero sin embargo tener efectos devastadores?
Kunreuther: Estos detalles se tienen en cuenta constantemente. Todo asesor de riesgos suele decir que hace lo mejor que puede con el conocimiento del que dispone. En caso de terremoto el mejor ejemplo es Kobe, que sufrió muchísimos daños en el terremoto de los 90. No fue que los edificios estuviesen mal diseñados; simplemente hasta sufrir el terremoto desconocían que no podían resistir ese shock particular. Lo ignoraban. Es lo mismo que pasó en California en relación con Northridge. Pensaban que los nuevos diseños eran muy seguros, y no lo eran.
Michel-Kerjan: En relación con la energía nuclear me gustaría señalar que no se trata sólo de Japón. Toda la comunidad internacional observa lo que está ocurriendo, en especial la Agencia Internacional de la Energía Atómica, que es el organismo internacional que evalúa estos temas. Por casualidades de la vida el actual director general es japonés, Mr Yukiya Amano. Esto será de gran ayuda en las relaciones entre las autoridades japonesas y la comunidad internacional. Es una buena noticia a nivel internacional.
Knowledge@Wharton: Este evento es toda una llamada de atención; la gente tiene que hace una mejor evaluación de riesgos y pensar más sobre eventos de baja probabilidad pero elevado impacto. Supongamos que ustedes son consejeros delegados de una gran corporación y se dan cuenta de que su empresa no lo está haciendo. ¿Por dónde empezarían?
Michel-Kerjan: En primer lugar, no creo que sea una llamada de atención. Hemos tenido muchas llamadas de atención en los últimos días y años. Ahora nos llegan cada tres meses. Hace unas semanas hubo un terremoto en Nueva Zelanda, grandes inundaciones en Australia a principios de año y terremotos en Haití y Chile el pasado año. Siguen llegando. Si eres consejero delegado espero que ya hayas empezado a pensar en estos temas. Hasta el momento lo que hemos visto es que, en comparación con los últimos tres, cuatro o cinco años, hay más consejos de administración que incorporan estos temas en su agenda. El cambio es radical.
¿Por dónde empezar? Eso es lo que estamos haciendo en el Centro de Riesgos de Wharton. Llevamos haciéndolo desde hace 28 años… Existen modos de gestionar estos temas y hacerlo adecuadamente.
Knowledge@Wharton: Un consejero delegado, ¿debe acudir a algún experto fuera de la empresa que sepa cómo hacerlo o es algo que puede crearse en el seno de la empresa?
Michel-Kerjan: Normalmente se tienen que hacer ambas cosas. Sabes lo que quieres. Tienes recursos limitados y quieres solucionar estos temas. Pero necesitas un experto de fuera de la empresa para ayudarte a conseguirlo; y nosotros sabemos cómo hacerlo. La cuestión es, ¿estás preparado para empezar?
Kunreuther: Si tuviese que plantear un reto a todos los consejeros delegados, un reto sobre el que hemos meditado mucho en el Centro de Riesgos en nuestras investigaciones e interacciones con las empresas, ese sería cómo las corporaciones pueden pensar en el largo plazo. ¿Cómo pueden diseñar estrategias para abordar los riesgos inmediatos pero también estrategias de largo plazo? Existe cierta tendencia a olvidar y cierta tendencia a pensar después de cierto tiempo que estamos bien. No estoy diciendo que las corporaciones se olviden completamente. El reto real es que necesitamos tener las cosas que proporcionan estabilidad a la empresa en su sitio.
Knowledge@Wharton: Me imagino que también se trata de un tema de incentivos. Si echamos un vistazo a la crisis financiera de hace unos años, una de las cosas que más sorprendió es por qué la gente que dirigía estas grandes empresas estaba adoptando riesgos que podían acabar con ellas. Una de las respuestas es que muchas de esas personas pudieron ganar mucho dinero y de manera muy rápida simplemente jugando, de tal forma que el futuro no les importaba demasiado. Me da la impresión de que siempre existe cierta tensión entre los resultados inmediatos y la planificación a largo plazo, en especial en lo que respecta a gastar dinero. ¿Cuáles creen que son los principales obstáculos para poder planificar mejor las catástrofes en corporaciones y en el gobierno?
Kunreuther: Acaba de dar en el clavo. El reto consiste en dar incentivos a corto plazo para convencer a las empresas de que deberían planificar para el largo plazo. Ambos son necesarios. Si crees que lo único que necesitas es un plan a largo plazo, sin incentivos, no va a funcionar por los motivos que antes ha señalado. Tenemos que trabajar en la línea de dar algo a cambio el próximo año, pero al mismo tiempo reconociendo que es un proceso multianual.
Michel-Kerjan: Volviendo a su pregunta sobre la crisis financiera. Si su salario o primas los recibiese usted cada cinco años, dependiendo del comportamiento de su cartera de clientes en esos años, estoy convencido de que tomaría decisiones completamente diferentes en lugar de simplemente intentar aprovecharse del sistema, tal y como ha ocurrido.
Es lo mismo con los terremotos, lo mismo para las inundaciones y los huracanas. ¿Podría ampliarse el horizonte temporal? Si podemos llegaremos a una situación en la que mucha gente gana.
Kunreuther: Déjeme plantearle un pequeño experimento para que la gente pueda reflexionar. Si le has dicho a determinado individuo que existe una probabilidad de uno sobre cien de que ocurra un terremoto o una inundación el próximo año y que pueden asegurarse, yo creo que, basándome en experimentos previos, no mucha gente contrataría un seguro.
Lo que piensan es “uno sobre 100 está por debajo de mi nivel de preocupación. No me voy a preocupar”. Pero si le dices a una persona de que existe un riesgo superior a uno sobre cinco de padecer al menos un terremoto o inundación en los próximos 25 años, muchos pensarían de manera diferente. Pero esas dos probabilidades son exactamente idénticas. Todo lo que hemos hecho, tal y como Erwann sugería, es ampliar el horizonte temporal. Simplemente estamos ampliando el horizonte temporal y dando la misma cifra pero adoptando una dimensión diferente. Uno sobre cinco es una probabilidad lo suficientemente elevada para que la gente piense algo más sobre el tema. Uno sobre cien es demasiado pequeña.
Knowledge@Wharton: Cuando pensamos en términos de desastres, nuestras mentes inmediatamente piensan en aquellos afectados directamente, en la gente de empresas de esas zonas. Aquí estamos, en Pensilvania; nos separan miles de kilómetros de Japón, pero aún así el terremoto podría afectarnos de muchas maneras. Existen efectos inmediatos sobre el comercio que podrían afectarnos. He oído algunas especulaciones sobre los consumidores japoneses, que podrían retraer su consumo como reacción general ante el estrés y adquirir menos productos. Mucha gente y empresas que no están directamente en la zona del siniestro se verán afectadas de alguna forma. ¿Cómo puede un hombre o mujer de negocios evaluar los efectos primarios y secundarios desde la otra parte del mundo?
Kunreuther: Yo me hago la misma pregunta en términos de cuáles van a ser las consecuencias para mí, para mi corporación. Esa es la principal pregunta. Luego, ¿Qué implicaciones tiene un terremoto en Japón? ¿Dónde están nuestras fuentes de suministro? ¿Va nuestro negocio a verse afectado?
Existen diversas preguntas en nuestro mundo interdependiente e interconectado que cualquier negocio se preguntaría. Eso es lo que está ocurriendo en la actualidad. En todos los países del mundo la gente se está preguntando cosas similares. El segundo tema que me gustaría subrayar, y resulta obvio, es nuestra compasión; sentimos que estamos en esto juntos, que tenemos que ayudar por motivos no sólo económicos sino sociales. Sabemos que todo el mundo está en estos momentos preocupado por Japón.
Knowledge@Wharton: Si observamos las interacciones y cómo está el mundo interconectado hoy en día, supongo que planificar una catástrofe no es algo que tienes ahí almacenado en tu mente y que algún día harás. Es algo que tienes que revisar constantemente a medida que cambian las condiciones.
Michel-Kerjan: Es un punto interesante. Pero se trata de mucho más porque ahora estamos viviendo en un planeta cada vez más pequeño. Para mí la preparación implica que necesito prepararme internamente y asegurarme de que mis empleados están preparados, pero también externamente con mis suministradores y sistemas legislativos ajenos a mí país; así pues, estamos hablando de acompasar todo el planeta tierra. Es un cambio radical. Es la otra cara de la globalización. Los riesgos también se vuelven más globales. Debemos estar preparados a nivel global.
Fuente: https://www.knowledgeatwharton.com.es