17/11/10 Bomberos Voluntarios, cuadrillas de la Dirección General de Fauna y Fuego que depende de la provincia y personal del ICE (Incendios, Comunicaciones y Emergencias) de Parques Nacionales han trabajado codo a codo en una tarde que encadenó tres incendios independientes en menos de dos horas.
Las primeras sirenas se escucharon cerca de las 16. El primer incendio se había declarado en el cerro Comandante Díaz, más concretamente al fondo de la calle Pérez. Allí estábamos, cubriendo el trabajo de quienes luchaban contra las llamas, cuando advertimos que algunas mangueras comenzaban a ser plegadas con toda rapidez. En ese momento supimos que la tarea seguiría en otro lugar, en otro incendio.
Esta vez se trataba de la zona del barrio El Oasis. Aquí las llamas debieron ser atacadas desde frentes opuestos y
alcanzaron a un quincho, que se quemó por completo. Nuevamente advertimos que las fuerzas comenzaban a movilizarse ante el aviso de un nuevo incendio, esta vez en una zona acantilada de difícil acceso, en el lugar conocido como Trabunco abajo.
De manera preliminar, podemos informar que los dos primeros incendios fueron intencionales. En el caso del segundo, personal de Supercanal que se encontraba haciendo trabajos en el lugar nos confió haber visto a unos niños escapando del lugar a toda velocidad. Podemos confirmar, con paradójico alivio, que el tercero fue consecuencia de una quema no autorizada.
El clima seco, el viento como factor de dispersión de las llamas y lo combustible de la vegetación resinosa, como
cipreses y retamas, son factores que se ensamblan como una molotov. A esto sumamos la gran cantidad de pelusa desprendida por los álamos, que por contener celulosa es altamente inflamable. El suelo de El Oasis parecía nevado por su presencia.
No hace falta comentar la preocupación que expresaban distintos miembros de las fuerzas abocadas a controlar los
incendios. Y la de todos, ante lo que parecía una búsqueda del tesoro sin la menor gracia.
Recordemos que hace pocos días hubo un incendio de dimensiones pavorosas en la zona de La Vega, también intencional, que dejó un saldo de diez hectáreas quemadas. El tema propone un peligro descomunal, si las personas involucradas en esta clase de delitos sigue ejerciéndolos a la manera de un deporte, con intenciones difíciles de conjeturar.
Corresponde informar que la quema de hojas y ramas está completamente prohibida en la época de veda que
abarca seis meses, a partir del primero de noviembre y hasta fines de abril. Toda quema realizada en estos meses es tan temeraria como ilegal.
Durante los meses restantes, de mayo a octubre, debe estar autorizada por el personal de Manejo del Fuego. Es
obligatorio pedir permiso a la Dirección General de Fauna y Fuego (412212), que antes de concederlo inspecciona el lugar y verifica si tiene agua disponible como modo de prevenir problemas potenciales.
Hacer las cosas de otra manera es más que una desprolijidad. Genera peligro y pone en riesgo vidas, viviendas y
recursos naturales. También gastos.
El caso de los incendiarios, claro, es mucho más grave. Toda la comunidad debe estar preocupada ante lo que parece ser una escalada siniestra en plena época seca.
Fuente: http://www.lavozdelosandes.com/
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