Por Justin Lange:
“Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres.” Rosa Luxemburgo
Según la memoria anual de Bomberos de Chile del año 2017, de un total de 50.951 efectivos, únicamente 7.270 (14%) corresponden a mujeres, en Estados Unidos donde nos gusta tanto mirar el porcentaje de mujeres es cercano al 4% del total. Y esta burda estadística es un botón de muestra de un rubro que pareciera ser masculino por herencia.
Pero si vamos con detención, podemos dar cuenta que la presencia femenina no es reciente en este mundo. En 1818, Molly Williams, una esclava de la ciudad de Nueva York, se unió a una compañía de bomberos voluntarios transformándose en la primera bombera en el continente americano. Más al centro, Enriqueta Reyes González, en la década del cincuenta, lideró la formación de una brigada de bomberos en Ranchuelo, Cuba. Como ellas, muchas otras mujeres dieron puntapié en sus respectivos países.
La pregunta que uno debe hacer, conociendo ahora que su incorporación no es reciente pero no se comporta de manera uniforme respecto a los hombres, es ¿Cuáles pueden ser las causas que han impedido un igual desarrollo entre hombres y mujeres en el servicio contra incendios? Y eso se responde entendiendo que el servicio contra incendios no es ajeno a las problemáticas propias de la sociedad en que estamos insertos.
En el año 2012, Morales y Duarte, en la tesis de pregrado titulada Identidad femenina en mundos masculinos: El caso de las Bomberas y Bomberos de Chile, permiten establecer algunas conclusiones tangibles sobre la problemática.
Cuesta comprender que la pregunta ¿Tienen mujeres en tu cuartel? Sea todavía una variable e indicador de algún extraño tipo de parámetro para muchos bomberos.
El acceso a la guardia nocturna no siempre es igualitario para mujeres en relación a los hombres, privando a las primeras de una importante instancia de crecimiento institucional y de experiencia en emergencias.
Las generaciones más añosas poseen una visión masculina del rol bomberil, y al ser ellos parte importante de la concentración del poder institucional, se extrae las influencias que ellos mismos pueden ejercer en las decisiones macros o la asignaciones de roles y cargos dentro del servicio.
Ser mujer y joven vendría siendo una de las últimas posiciones en esta estructura de valoraciones bomberil, dando cuenta así de la autoimagen que tienen los bomberos varones de sí mismos, en tanto el “bombero tradicional” asoma como el hombre fuerte, héroe y eminentemente masculino. Por tanto, para que la mujer comience a emerger como bombera debe adquirir algunas caracterizaciones propias de lo masculino, formando entonces una identidad femenina masculinizada que se observa como un tránsito, un medio de esta disputa de identidades pero no un fin. (Morales, 2012)
La reflexión primaria apunta a visualizar estas brechas vigentes, tomarlas, evaluarlas y ocuparnos de cerrarlas. Porque los problemas sociales con asiento en el servicio contra incendio requieren de un involucrarse consciente, de entender que la ansiada equidad se logra con la suma de pequeñas acciones, entre ellas el acompañamiento fraterno hacia las compañeras de ideal, dando los espacios y apoyos necesarios para equilibrar la balanza.
El Dream Gap, por otro lado, esta brecha multifactorial que distancia a las niñas y el desarrollo de su total potencial, debe ser un asunto a tratar, y todos los insertos dentro de estas instituciones deben entender el inherente rol educativo que poseen.
El tejido social se encarga malamente de dar roles pre establecidos a niños y niñas, donde no existe cabida a la científica, la heroína empoderada o la Presidenta; está en nosotros romper esos modelos y trabajar por una sociedad más tolerante, justa y respetuosa de las libertades particulares de las personas y por sobretodo nuestras niñas y niños.
Debemos entender el impacto que creamos sobre las nuevas generaciones y forjar los cambios pertinentes para que cada día más niñas sepan que sus sueños carecen de género, que no existe limitante alguna para lograr lo que desean, que pueden ser ellas las comandantes del mañana, que pueden ser ellas quienes asuman los mandos operativos de las emergencias.
Quizás Rubén Dario equivocó sus palabras en 1888:
¡Gloria a aquel que sucumba en la lucha! Valeroso, sublime, esforzado; Gloria a aquel que al deber consagrado Salva vidas, riquezas, hogar. Bronces hay que sus cuerpos encarnen, Y el recuerdo del fiel compañero En el alma viril del Bombero Nunca, nunca se puede borrar.
Puede que “el alma viril del bombero” hoy no nos alcance, porque desde hace cientos de años que los corazones rojos laten bajo la cotona, porque lo que no se borrará nunca será la herencia de mujeres valientes que hierran, que abrieron camino en terrenos que se creían dominados por los hombres, porque cofrades como Anahí Garnica en Argentina, la Coronela Enriqueta de Cuba, Delfina Fonseca en Chile y otras tantas en el anonimato de la cotona son dignas e históricas representantes de una justa reivindicación de derechos y equidad.
Cómo mencionó Carl Sagan en su carta al explorers Club el año 1981:
“Si el Club restringe su membresía a los hombres, la pérdida será nuestra”.
Articulo para La Hermandad de Bomberos de Justin Lange C. (Miembro activo, Chile)
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