Por : Tcnel (B) Roberto Casanova A.
Muchos creemos que los Bomberos nos remitimos a la época romana. Pero hay vestigios de que no es así, que mucho antes del Imperio romano existian servicios de incendios
Los bomberos son hoy profesionales con amplio reconocimiento por su labor como servidores públicos. Sin embargo, poco es lo que se sabe de los comienzos de este servicio, y de las visicitudes que han debido pasar a través de la historia hasta llegar a la situación actual. Sirvan estos apuntes de estricto rigor histórico como constancia de la evolución del servicio de Bomberos en nuestra civilización
El fuego ha constituido en la historia de la humanidad un elemento de la mayor importancia para su evolución. Pero cuando queda fuera de control, se convierte en un enemigo implacable que hay que dominar por todos los medios. El hombre, desde hace más de 2.000 años se ha preocupado por ello organizándose y evolucionando de acuerdo con el devenir histórico.
Las grandes ciudades de la antigüedad contaban ya con personal dedicado al combate de los incendios, siendo el más antiguo vestigio que se conserva, un papiro egipcio que data de dos siglos antes e J.C. Entre los hebreos, en Grecia y en Roma había constituido un servicio de ronda nocturna que patrullaba la población dando la alarma en caso de siniestro: concretamente en Roma se encargaron de esta guardia en tiempos de la República magistrados especiales denominados “triumviri nocturni”, los cuales fueron después sustituidos por los “decemviri nocturni” o “ediles incendiorum extinguidorum”.
Estos ediles llegaron a hacerse impopulares por lo que, en tiempo del Emperador Augusto, fueron reemplazados por los “ediles curules” a cuyas órdenes estaba un Cuerpo de 600 esclavos, y más tarde, en el año 6 antes de J.C. se creó un Cuerpo de 7.000 hombres (cohortes vigilum). Cada cohorte constaba de 1.000 hombres al mando del “preaefectus vigilum” con su equipo y cuarteles especiales y tenían a su cargo 2 de los 14 barrios en que se dividía la ciudad de Roma en aquel entonces. Patrullaban de noche por las calles y al detectarse un incendio enviaban individuos en todas direcciones que gritaban comunicando el siniestro; los guardianes particulares tocaban las campanas que había en casi todas las casas y del Cuerpo de Guardia (excubitorium) salían los vigiles provistos de cubos, hachas, ganchos y escalas y las bombas públicas, voluminosos aparatos que aspiraban y arrojaban el agua y de los que habla Plinio el Joven en una comunicación al Emperador Trajano refiriéndose a ellos como “siphi publici” (sifones públicos).
Servicios similares se implantaron en las principales ciudades del Imperio, en Grecia, África y Las Galias, y en Nimes (Francia) hay inscripciones que lo corroboran. En París debió existir un Cuerpo semejante y de él se habla incluso a finales del siglo VI de nuestra Era, en un Edicto de Clotario II. En época de Carlomagno, éste dictó varios edictos que ordenaban la designación de varios individuos en cada barrio para atender la extinción y salvamento en los incendios, pero no fueron eficientes, parte porque las sociedades de ayuda creadas a estos fines se hicieron sospechosas y hubo finalmente que prohibirlas y parte por el desmoronamiento del Imperio por la invasión de los bárbaros que acabaron con esta demostración de cultura cívica, llegando a desaparecer los aparatos de extinción.
Ya en 1.254 Luis IX de Francia organizó un servicio de vigilancia formado por obreros que en caso de incendio debía ponerse a las órdenes del Preboste de París. En 1371 surgió una Ordenanza prescribiendo la colaboración de cada vecino, cualquiera que fuese su clase o condición por la que, en caso de incendio, debía poner una medida determinada de agua a disposición del servicio de incendios bajo pena de multa de 10 sueldos. En 1524 se ratificaron las disposiciones anteriores y el Parlamento ordenó que los “quarteniers” (encargados del servicio en cada barrio) debían tener en su ventana una linterna encendida por las noches para poderlos llamar e caso de incendio.
Hubo varias modificaciones tanto en la organización del servicio como en el volumen de las multas impuestas a quienes no prestaran el servicio que se les hubiera asignado sin que tuviera mucha eficiencia hasta que, en 1712, Luis XIV nombró Director de Bombas a Demourier du Perier, que había construido 30 bombas del sistemas ideado por el holandés Juan V an der Heyden (1637-1712). En 1722 Demourier organizó militarmente una compañía de 60 Guardabombas (Gardes-pompes). Estaban uniformados y devengaban un salario de 100 libras anuales. A Demourier le sucedió su hijo, a quien se concedió el grado de Coronel y a éste Morat en 1769, el cual creó seis Cuerpos de Guardia, contando de 80 hombres la Compañía y reformando el uniforme poniéndoles casco de cobre, traje azul con cuello negro, botones de cobre y hombreras amarillas. (Muy parecido al unforme de muchos años del Cuerpo de Bomberos de Madrid, entre otros). En 1801 se concedió al Cuerpo de Bomberos el uso de Bandera y se alojó en Cuartel por cuenta de la ciudad, habiendo continuado su crecimiento y profesionalización.
En Alemania el primer Cuerpo de Bomberos organizado militarmente fue creado en 1846 en Durlach por Carlos Metz, al que siguió el de Berlín en 1851. El primer Cuerpo de Bomberos de Inglaterra se fundó en Edimburgo en 1824 por iniciativa de las compañías de seguros y era formado exclusivamente por voluntarios.
Esta es la historia. De estar compuesto por eclavos, pasando por la obligación bajo multa, hasta llegar al sentido social y cívico de los actuales Cuerpos de Bomberos. Todo un camino recorrido en más de 2000 años de vigencia al servicio de la Comunidad.,
Publicado por el entonces Teniente de Bomberos Roberto Casanova en la Página “Bomberos” vocero periodístico del Colegio Nacional de Bomberos, dirigido por el Tte. (B) Julio Borges Rosales en el año 1982.
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