Es la hora de ingresar, miro mi reloj y me doy cuenta que faltan escasos segundos para que suene la diana que informa que debemos formarnos frente a la bandera y rendirle honores, aún no he terminado de ponerme mi uniforme de diario cuando el sonido de la campana nos alerta de que es momento de presentarnos.
Raudos y presurosos bajamos hasta el lugar indicado y nos ponemos a disposición del oficial de turno, quienes me conocen pueden evidenciar el brillo en mis ojos cada que veo a mi alrededor y me veo a mi mismo dentro de un grupo de personas con una convicción tan importante que no prestamos atención si exponemos nuestras propias vidas con tal de poner a salvo la de otros, como lo expresa aquel viejo adagio popular "solo los bomberos corren hacia el fuego de donde los demás escapan".
Se han recibido las novedades del turno anterior, aquellos que han cumplido con su jornada reciben la autorización para retirarse, mientras mi escuadra y yo seguimos en la formación a la espera de las ordenes del día y la asignación de tareas y puesto en la línea de fuego.
Soy el más novato del grupo, por lo tanto me corresponde recibir la guardia y estar atento a las comunicaciones, seré el primero en recibir la llamada de auxilio de la comunidad atemorizada por el fuego que amenaza con devorarlos.
La emoción invade mi cuerpo y se me nota, es un sentimiento que recorre todo mi sistema circulatorio y hace que mi corazón tenga un latido tan impresionantemente acelerado que parece como si se fuera a salir de mi pecho.
Portar un uniforme de bombero es un honor que llevo y me siento orgulloso de poder ser parte de la familia, dicen los más antiguos que aquel bombero que pida fuego, en realidad no es bombero, cuanta verdad en esa expresión, pero no se puede negar la adrenalina que se siente al sonar la sirena que da aviso de una emergencia y que todos debemos alistarnos con nuestros equipos de combate y salir a bordo de nuestros camiones prestos a poner en práctica lo aprendido durante nuestro exigente entrenamiento.
Es necesario dar gracias a la vida y por supuesto a Dios, porque me ha permitido llegar hasta este lugar que se ha convertido en mi segundo hogar.
Si existe alguna profesión que se ufane en disciplina, sacrificio y lealtad a la del bombero, reverente y respetuoso me inclinaré ante ella.
Camilo Alfonso Chung Camargo
Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Puerto Colombia
Barranquilla en Colombia
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