Qué entendemos, creemos o debemos entender por:
“Medicina en zonas agrestes” (O Wilderness Medicine)
El hombre al desplazarse arrastra con el toda su influencia sobre el medio ambiente como un avión conmueve el aire al desplazarse. El esparcimiento, las guerras, las exploraciones, inclusive las catástrofes (Si estas no afectaran al hombre no serían catástrofes) son fenómenos sociales que el hombre disfruta…o sufre.
Si hay algo que debe inexorablemente acompañar al hombre donde sea que éste vaya es su integridad y bienestar físico, su salud.
Los progresos en el área de la salud no cesan y la accesibilidad a los cuidados es en muchas partes del mundo bastante aceptable. ¿Pero qué sucede cuando el hombre se aventura lejos de su reino de cemento, del progreso y de sus centros asistenciales? ¿Cómo es la medicina en la guerra? ¿Y en las maratones en el desierto? ¿Cómo piensa encarar el hombre la atención de sus necesidades de salud en sus futuras colonias en Marte? ¿Cómo hace el hombre para trasladar su atención de la salud a un lugar agreste, adverso, remoto, austero o climática y meteorológicamente hostil?
Hoy, casi como un neologismo, la expresión “Medicina agreste” o “Wilderness medicine” se va abriendo el paso por sí sola, y aquellos que no estén muy familiarizados con el tenor de esta actividad seguramente la asociarán con la atención a las picaduras de serpientes, el principio de congelamiento en un miembro de un alpinista o la improvisación de una camilla en un medio salvaje. De hecho, definir esta actividad es algo muy complicado.
En verdad, la Medicina Agreste es probablemente más amplia y ambientalmente más inclusiva que la medicina urbana y esa diversidad de ambientes adversos la ha llevado a superarse a una velocidad exponencial, al punto de pretenderse que la “Hora de oro” tenga el mismo valor y dimensión en medios remotos que para el medio urbano. ¡Claro en el medio agreste el grado de adversidad pone las reglas!
La Medicina Agreste surgió como un desprendimiento paulatino de la Medicina General pero con el tiempo los distintos entornos en los que incursionaba la fueron nutriendo. Así, la medicina de montaña que fue una de las primeras manifestaciones de la Medicina Agreste, fue emancipándose como una especialidad pero a la vez nutriendo a la medicina general con toda su casuística, investigaciones y resultados. Hoy algunos problemas de hipoxia son tratados con protocolos elaborados para el mal de las alturas. Un nuevo medicamento para la diabetes es una versión sintética de un péptido que se encuentra en la saliva del monstruo de Gila, un lagarto venenoso que vive en el Suroeste de EE.UU y México. La hipotermia se aplica terapéuticamente a los sobrevivientes de un paro cardíaco, y los sistemas de refrigeración para los atletas pueden resultar útiles en tratamientos de los golpes de calor urbanos.
Hoy al hablar de cuidados de salud en un lugar remoto, catástrofes, guerra, deportes extremos, intoxicación por plantas, hipotermia, hipertermia, buceo y en cualquier lugar donde las instalaciones hospitalarias no nos encuentren con todas sus facilidades nos estamos refiriendo a la Medicina Agreste.
Por estos días con los avances tecnológicos en telecomunicaciones, telemedicina y transportes, principalmente aéreos, la adversidad es más manejable. Sin embargo, no son los avances tecnológicos los que traen el éxito a una intervención médica en zonas austeras; la tecnología es solo una pata del trípode en el que se sustenta esta actividad. Las otras dos patas las constituyen el dominio que el profesional de la medicina tiene de su actividad y su capacidad en la toma de decisiones. Sin contar con un equipo de profesionales que lo apoye, sin la ayuda de estudios complementarios para un apropiado diagnostico el médico solo contará, en la mayoría de los casos, con un kit de decisiones criteriosas cimentadas por una capacidad profesional de alta calidad. A MacGyver todo le salía bien, el médico de lo remoto tiene que rogar que lo poco que lleva en su maletín le funcione como se espera.
El Dr. Paul Auerbach, uno de los pioneros de la Medicina de montaña cuenta…” Durante una expedición en Nepal, ayudé a una excursionista que había desarrollado un edema cerebral por la altura. La coloqué dentro de una bolsa de presión inflable del tamaño del cuerpo conocida como bolsa de Gamow y cerré la cremallera de la bolsa. Pero la paciente sufrió un episodio de claustrofobia y comenzó a entrar en pánico, por lo que tuve que subir en la bolsa con ella. "Entonces ella vomitó," dijo el Dr. Auerbach. "Eso no era realmente agradable, pero era parte del trabajo. Ella se recuperó."
Estos desafíos nos enseñan a cuidar de nuestros compañeros, a desenvolvernos en un medio adverso sin la ayuda de la tecnología o tomando prestada la tecnología de la naturaleza, a prosperar con menos; a ser pacientes, tolerantes a la adversidad y autosuficientes.
Uno de los valores de la Medicina Agreste, que tal vez debería estar en nuestro cada día, es aprender a actuar como si estuviéramos en el desierto, con todos sus buenos hábitos y valores, todos los días de nuestras vidas.
Alejandro LOPEZ
-Estudiante de la carrera Tecnicatura Universitaria en Emergencia Prehospitalarias, Rescate y Trauma – Universidad Nacional del Litoral.
-Socorrista entrenado en el “Cuerpo Argentino de Rescate - SAR”.
-Entrenado en Evacuación Aeromédica (Incentivemed).
-Entrenado en Busqueda y Rescate en Ambientes de Selva (Operacional Combat Fire) Manaos, Amazonas, Brasil.
-Radioaficionado – LU1JAL.
-Suboficial Mayor (R) de la Fuerza Aérea Argentina – 36 años de servicio activo.
-Veterano de la Guerra de Malvinas. “Escuadrón Fénix”.
-Veterano de las Misiones de Paz de ONU (FT 18).
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