Llegar a Santo Domingo, la capital de República Dominicana, resulta cada vez más sorprendente, incluso para quienes conocemos la bella nación caribeña, pues el desarrollo turístico y económico de esta ciudad le hace crecer y cambiar velozmente su look urbano. Cada visita nos hace pensar en una ciudad diferente, cuyos paisajes urbanos transfiguran color, altura, espacialidad…
Dos años sin visitar Santo Domingo me provoca sentimientos encontrados: soy un extraño en esta ciudad o, simplemente, estoy perdido. Y es que las referencias urbanísticas cambian, constantemente mejora el entorno y aparecen nuevas soluciones viales y constructivas para acomodar la ciudad a un desarrollo y apetencias cuantitativas, pero también cualitativas en cuanto a la calidad de vida y el confort ciudadanos.
Regresar a esta ciudad provoca una sensación de extrañeza o de velocidad, depende de la ciudad de donde provenga el viajero. Si llega de una ciudad con un entorno patrimonial inamovible o de una urbe de sucesivas modas constructivas, característica de ciertas ciudades donde cada 15 años aparece un estilo arquitectónico sobre los escombros del anterior. Santo Domingo no es una ni otra cosa… es mucho más…
Santo Domingo de Guzmán, su nombre original, fue fundada por Bartolomé Colón en 1496, en la margen oriental del río Ozama y luego trasladada por Nicolás de Ovando en 1502 a la margen occidental del mismo río. Esta ciudad es conocida por ser el lugar del primer asentamiento europeo en América y la primera sede del gobierno colonial español en el Nuevo Mundo. Con esa carga fundacional es muy difícil que sus pobladores y autoridades no sientan orgullo por su ciudad y que este orgullo no se traduzca en verdaderas atracciones para el turista. Tal respeto por su patrimonio histórico ha logrado ir restaurando la zona colonial, declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 1990, donde se localizan una buena parte de los más famosos lugares y monumentos de Santo Domingo, como la Calle de Las Damas, la Calle El Conde, la Puerta de la Misericordia, la Catedral Santa María La Menor (Catedral Primada de América), y el Alcázar de Colón, entre otros.
El turista más conservador, amante de los paseos clásicos que le estimulan a detenerse y contemplar la ciudad como un museo, será complacido. Aquel otro viajero, a quien le interesa pasear más allá de la historia, los monumentos y otras antigüedades, también será complacido en la misma ciudad y a la misma hora; pues ambas visiones se contemplan y se combinan en Santo Domingo, muchas veces a una distancia realmente mínima. Y la ciudad combina sus encantos, sus edades y sus velocidades para hacernos pasar de un lado a otro con la mayor naturalidad posible.
Estar en Santo Domingo resulta también, expectante, pues las opciones se han multiplicado para el visitante. En pocas horas el viajero se percata de haber llegado a una ciudad que ofrece más de un rostro: aquel histórico, lleno de leyendas contadas en las versiones de guías, especialistas de museo y gente común, que recogerán las cámaras fotográficas en la medida que nos sirvan para repetirlas, y otro rostro más novedoso, que va ganando altura, combinando cristal, acero y hormigón con nuevas tecnologías hacia una globalidad reconocible en cualquier esquina del mundo. Ambos rostros, simultáneamente, son el Pasado y el Futuro de Santo Domingo, dialogando en el Presente.
El diálogo entre ambas maneras de pensar la ciudad, colman a esta capital de fuertes contrastes urbanísticos, demográficos y culturales que expresan el crecimiento de una ciudad, una economía y de una estabilidad social y económica crecientes, donde el turismo tiene un considerable peso. El futuro comenzó a diseñarse en los últimos lustros. La excelente ubicación geográfica y la estabilidad política de la última década, junto al desarrollo del turismo y la atracción de grandes empresas internacionales e inversionistas han disparado la dinámica comercial del país y el desarrollo de esta ciudad a límites insospechados hace apenas 20 años. El turismo ha sido un factor clave en este boom económico de Santo Domingo, pues muchas campañas promoviendo a República Dominicana como destino turístico parten de aquí y de las hermosas playas cercanas: nuevos mercados –como el ruso, para poner un solo ejemplo– vienen alcanzando cifras sorprendentes, ya establecidas y crecientes, con lo cual la diversificación de las opciones se diseña más allá del sol y las playas. Esta perspectiva hace de la ciudad de Santo Domingo un circuito ideal que nos seduce a buscar, también más allá de la zona colonial, la identidad actual de esta ciudad.
Hacer un recorrido por las principales vías que atraviesan esta ciudad de este a oeste y de norte a sur nos permite conocer las nuevas áreas de desarrollo, zonas que hace un unos quince años eran periféricas y desoladas, hoy ostentan una visible modernización, diversidad arquitectónica de altas calidades, tecnologías y diseños en la construcción y desarrollo de inmobiliarias, centros comerciales, torres, bancos, industrias, áreas ecológicas, modernos túneles, puentes, carreteras y autopistas que nos dan la impresión de estar rodando por cualquiera de las grandes y modernas ciudades de Latinoamérica. Se recomienda no deslumbrarse con este desarrollo hasta el punto de no ver que tal desarrollo también genera zonas de pobreza, particularmente en las afueras.
Una marca del desarrollo y la modernización global en República Dominicana, que ha ayudado a crecer su capital y competir a nivel mundial es la infraestructura de telecomunicaciones, a través de un sistema moderno integrado a EE. UU. que permite una rápida y barata comunicación global y un gran mercado de las últimas tecnologías al alcance de la población. Otra de las novedades de la ciudad es el Metro de Santo Domingo, sistema de transporte masivo subterráneo y elevado que tendrá cinco líneas, por donde serán transportados los cuatro millones de habitantes que poblaran Santo domingo en el 2014. La primera línea ya está en servicio, con una longitud de 15 km, fue inaugurada en el pasado mes de Abril a propósito de la Feria internacional del Libro, con servicio gratuito durante esos días.
Santo Domingo tiene una intensa vida cultural y nocturna: es una ciudad que dispone de todos los recursos necesarios para acoger al turista desde que llega a su aeropuerto, ubicarlo en el centro de la zona colonial en hoteles de antigua arquitectura o en los modernos que abundan en el área metropolitana. Si se deja reposar allí durante unas horas a ese turista desesperado por llegar a las hermosas playas –otra de las autenticas seducciones de República Dominicana–, y logramos que le tome el pulso a la ciudad, el deseo de ir a la playa desaparece, momentáneamente, para dar paso a una fascinación por cualquiera de los rostros de la ciudad primada de las Américas.
FUENTE: http://www.revistasexcelencias.com/excelencias-turisticas/playa-sol...
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