Seis meses han transcurrido del terremoto y maremoto que afectó a la zona centro – sur de nuestro país, y no ha pasado un solo día en que todas las acciones que realiza el Cuerpo de Bomberos de Constitución, no esté el recuerdo de Carlos Seibt Villegas, (Q.E.P.D.), Capitán de la Primera Compañía, quién murió la madrugada del 27 de febrero al desprenderse parte del techo de su cuartel cuando realizaba la Guardia Nocturna.
A las 3:38 el Capitán yacía atrapado en el piso inferior de su camarote, mientras sus compañeros de guardia hacían lo indecible por liberarlo de la estructura. Todo el techo de la sala de guardia, ubicada en un segundo piso del Cuartel General y Primera Compañía del Cuerpo de Bomberos de Constitución, se había desplomado en forma inclinada, en que el triángulo de vida protegió a los demás guardianes y su vértice abrazó mortalmente al Aapitán. Este no tuvo oportunidad, falleciendo a los pocos minutos, mientras la planta baja de su cuartel era inundada por un torrente furioso de agua y lodo proveniente del maremoto.
Para sus compañeros de uniforme no ha sido un proceso fácil el dejar en un rincón del recuerdo a este mártir de Bomberos de Chile, un hombre “luchador, guerrero y muy defensor de sus ideas”, como lo define el Superintendente, Maximiliano Hernández, quien lo conoció por cerca de 20 años, cuando Carlos Seibt era la mascota de la Compañía, cuando su padre era el maquinista.
En honor a este mártir, el nuevo carro bomba con que cuenta su Cuerpo de Bomberos, desde el mes de abril, fue bautizado como “Carlos Seibt Villegas”, nombre que también llevarán las futuras dependencias de la Guardia Nocturna de su Primera Compañía.
Estos son pequeños gestos de cariño de sus compañeros, como una forma de suplir el austero e improvisado funeral que se le pudo brindar a las 17:30 horas del 1 de marzo, cuando bomberos provenientes de todo Chile despedían sus restos en medio de la emergencia, haciendo una pausa en las afanosas tareas de búsqueda y rescate que se sucedieron en Constitución.
Por tradición, los Bomberos acostumbran sepultar a los suyos de noche, con delegaciones provenientes de distintos lugares, vestidos con sus mejores uniformes de gala y ante el homenaje póstumo de sus autoridades bomberiles y civiles, pasando la lista de asistencia de la Compañía a viva voz, al unísono, diciendo todos "Presente, muerto en acto de servicio", cuando el ayudante menciona el nombre del bombero fallecido.
Esta vez, el Cuerpo de Bomberos de Constitución no tuvo tiempo ni oportunidad de cursar invitación a delegaciones de Cuerpos de Bomberos hermanos. Cómo hacerlo, si ellos mismos fueron víctimas de la tragedia, habían perdido no sólo a su Capitán, sino que también, muchos de ellos perdieron sus propias casas y familiares. Esta vez no hubo tiempo siquiera de pasar la lista, toda vez que el cuerpo del Capitán requería rápida sepultación, ya que había yacido por demasiado tiempo en improvisadas morgues establecidas provisoriamente por la autoridad para identificar los más de 85 fallecidos en Constitución y esperar por otra treintena de desaparecidos. Sin embargo, en otra contradicción, estaban formados allí, los golpeados bomberos de Constitución, sin sus uniformes de gala, muchos de ellos, sin siquiera tener la posibilidad de vestir sus uniformes de trabajo, arrebatados por el colapso del mismo cuartel en que falleciera su Capitán. Formaban también, convocados por la tragedia, cerca de doscientos bomberos provenientes de las distintas unidades del país que habían concurrido a las operaciones de rescate. Bomberos de La Serena, Coquimbo, Ovalle, Ñuñoa, Maipú, Rancagua, Talagante, San Clemente, Talca, Linares y de toda la Región del Maule, solemnemente formados con sus equipos de trabajo y su material mayor. Las exequias se realizaron en el estrecho pasaje de la empinada calle El Falucho, por razones de seguridad y ante el hecho de que las iglesias y templos yacían derrumbados.
El féretro, con los honores de los bomberos presentes, fue conducido en un vehíc*** improvisado, dado que no se disponía de un carro mortuorio adecuado. No hubo banda que tocara los sones de marchas marciales, toda vez que se trataba de un requerimiento absolutamente imposible de obtener. Los Bomberos marcharon entonces al son de una lánguida y vieja marcha que salía de unos desvencijados parlantes montados en una camioneta que remontaba afanosamente la empinada cuesta que conducía a un cementerio en un esfuerzo sobrehumano de los bomberos locales por brindar la mayor solemnidad a los funerales de su Capitán mártir.
Precisamente es en este tipo de hechos que cobra todo sentido lo que escribió una vez Joaquín Edwards Bello: “Si los ángeles encarnaran en Chile habrían de ser bomberos. Su desinterés sólo puede proceder de una naturaleza angelical. Verlos correr, como los he visto yo desde mi infancia, sin otro norte que ayudar al prójimo luchando en contra de las potencias infernales del fuego, revela que son los mejores hijos de Dios”...como lo es Carlos Seibt Villegas (Q.E.P.D.).
¡Tienes que ser miembro de LA HERMANDAD DE BOMBEROS para agregar comentarios!
Únete a LA HERMANDAD DE BOMBEROS