En la noche del 22 de mayo de 2005, acababa de aterrizar en Bogotá cuando en el taxi escuché la noticia de que esa madrugada había ocurrido
un inmenso incendio en una bodega de almacenamiento en Cali. Luego vi
las imágenes del incendio en la televisión e inmediatamente contacté a
mi padre. Para la mañana siguiente ya me encontraba en el aeropuerto de
Cali esperando a representantes del cuerpo de bomberos local, que serían
enviados por el Comandante Fernando Álvarez a quien mi padre había
contactado. Encontré una bodega de estanterías que cubría un área de
15.000 m², excelentemente administrada y mantenida, protegida por un
sistema de detección de humos listado —con detectores de haz de luz— de
última generación, y que, gracias a la alarma inmediata de dicho sistema
de detección, cuando ocurrió el incendio los bomberos respondieron en
cuestión de minutos. Sin embargo, el incendio produjo una pérdida total,
valuada en su momento en $45 millones de dólares. La culpa de esta
pérdida total no la tuvieron los bomberos, sino más bien la falta de
rociadores automáticos. En esa visita oí algo que he escuchado muchas
veces: “¡pero ingeniero, nunca pensamos en los rociadores puesto que
aquí almacenamos producto terminado!”.
Tres años después tuve
una experiencia similar cuando visité un incendio en un conjunto de
bodegas en la Zona Libre de Colón, en Panamá. Encontré lo mismo, pérdida
total y falta de rociadores automáticos. Pero la Zona Libre me dejó
anonadado, no por las consecuencias del incendio —que era el motivo de
mi visita— sino por el potencial de riesgo que había allí presente.
Conocí el conjunto de bodegas más grande que he visto en mi vida; entre
las que se incluía una bodega que estaba por abrir sus puertas, la cual
tenía tres niveles, cada uno de 140.000 m2 de área construida y
conectados entre sí por inmensas aperturas sin protección. Esta bodega
estaba protegida por un sistema de detección de humos mal instalado y
que además no tenía rociadores automáticos. Escuché lo mismo que en
Cali, esta vez por parte del gerente de riesgos de esta instalación, y
cuando le explique que los rociadores era la única opción conocida de
protección, me dijo: “si yo sugiero esto a estas alturas, como mínimo
pierdo mi puesto”. Como esta, he vivido situaciones similares en muchos
países más.
El incendio de una bodega con estanterías es un
incendio perfecto. Se conjuga una gran cantidad de combustibles con una
geometría que ayuda al rápido desarrollo del incendio. Para rematar el
nivel de riesgo potencial que presenta este escenario, las estanterías,
así como el techo de la bodega, no están diseñados para resistir un
incendio de libre crecimiento, por lo que colapsan rápidamente si no hay
control temprano del incendio. Y esto, obviamente, hace que un ataque
interior, ya sea realizado por una brigada o por los bomberos, sea muy
peligroso. También, si la bodega almacena repuestos metálicos, estos muy
posiblemente están individualmente envueltos en plástico y empacados en
una caja de cartón; que a su vez está empacada en otra caja, que
incluye 12 cajas; y esta, en otra caja, que incluye 12 docenas. Estas
cajas están a su vez embaladas en una paleta con 27 cajas de 12 docenas,
la cual ha sido encapsulada¹. Todo este arreglo es en consecuencia muy
combustible.
Debido al riesgo existente en una bodega, NFPA
requiere que cualquier tipo de almacenamiento, donde su área exceda
1.115 m², tiene que ser protegido por rociadores automáticos (NFPA
1-2009, art. 13.3.2.25.2). Si este almacenamiento es en estanterías,
entonces se requieren rociadores si el área de almacenamiento excede 232
m² (NFPA 1-2009, Art. 13.3.2.25.1). NFPA no recomienda la instalación
de sistemas de detección de humos en áreas de almacenamiento y deja el
requerimiento de instalar mangueras interiores al criterio de la
autoridad competente.
Afortunadamente para el diseñador e
instalador de sistemas de rociadores automáticos en bodegas existen
nuevas fuentes de información sobre este tema. La Asociación Nacional de
Rociadores contra Incendios (NFSA, por sus siglas en inglés) acaba de
publicar en español un manual para la “Protección Contra incendios de
Usos de Almacenamiento”, escrito por Ken Isman—de mi misma promoción de
ingenieros de protección contra incendios de la Universidad de Maryland y
quien es hoy Vice Presidente Asistente de Ingeniería de la NFSA. Ken es
miembro de varios comités de la NFPA, incluyendo el Comité sobre
Criterios de Instalación de Sistemas de Rociadores. Este Manual, basado
en la edición del 2002 de NFPA 13, Norma para la instalación de
sistemas de rociadores, es un excelente texto para entender cómo
proteger una bodega con rociadores automáticos. Aunque no incluye la
última información sobre este tema, sí es un excelente documento que
explica, por medio de ejercicios prácticos, la metodología de diseño de
rociadores automáticos para la protección de bodegas de almacenamiento.
Por otro lado, FM Global acaba de publicar en español la “Ficha
Técnica de Prevención de Siniestros 2-0”, que establece las Directrices
para la Instalación de Rociadores Automáticos. Esta Ficha Técnica se
debe usar también con la Ficha Técnica 8-9 sobre Almacenamiento, que,
aunque está sólo en inglés, establece recomendaciones para todo tipo de
almacenamiento de comodidades Clase 1 a 4 y plásticos. Estas fichas
técnicas son utilizadas por asegurados de FM y como referencia por
muchas instalaciones aseguradas como riesgos altamente protegidos (HPR).
FM Global recomienda criterios de protección que en muchos casos
exceden las recomendaciones establecidas por NFPA 13. Aunque los
contenidos de estas fichas son extensos, llama la atención que FM ya no
describe los rociadores por su modo de extinción, ya sea de control
(CMDA o CMSA) o supresión, y establece otras opciones de protección
cuando la pendiente del techo excede los 16,7°— un problema recurrente
en nuestra región, como por ejemplo instalando rociadores en las
estanterías.
La NFPA 13, en su última edición del 2010,
incluye también cambios importantes en lo que respecta a la protección
de bodegas que deberían ser detenidamente estudiados por aquellos que
diseñan sistemas de rociadores automáticos. Por ejemplo, existe ahora
una mejor recomendación cuando la distancia entre el almacenamiento y el
techo es excedida; se permite la utilización de venteos en el techo si
su temperatura de activación es mayor que la de los rociadores; y las
curvas de densidad/área han sido simplificadas.
Regresé a la
Zona Libre de Colón hace unas semanas, y encontré un ambiente muy
mejorado. Estuve allí porque se nos encomendó el diseño de un sistema de
rociadores automáticos —protegiendo una de las bodegas más altas que he
visto, con estanterías de 20 m de altura (65 pies). Me reuní con una
autoridad competente que, aunque inhabilitada porque la normativa local
(el NFPA 101 del 2003)² no prescribe los métodos de protección para
almacenaje, está indicando durante el proceso de visado de planos, que
el Cuerpo de Bomberos no se hace responsable de la protección de bodegas
sin rociadores automáticos. Un paso importante, sin duda, que debe ser
aunado con el diseño de rociadores automáticos realizado por ingenieros
de incendios con experiencia en este tema, instaladores competentes y
responsables, y usuarios que reconozcan que la competencia del diseñador
y el instalador es la mejor garantía.
Referencias
- Método de embalaje que consiste en una película de plástico que encierra totalmente los lados y la parte superior de una carga
sobre una paleta.
- La recomendación de la NFPA es que una autoridad competente adopte no solamente el NFPA 101, Código de
Seguridad Humana, sino también el NFPA 1, Código de Prevención
de Incendios, para así obtener la mejor protección contra incendios
para la propiedad y la vida humana.
JAIME A. MONCADA, PE, es director de Internacional Fire Safety
Consulting (IFSC), una firma consultora en ingeniería de protección
contra incendios con sede en Washington, DC. y con oficinas en
Latinoamérica. El correo electrónico del Ing. Moncada es jam@ifsc.us
¡Tienes que ser miembro de LA HERMANDAD DE BOMBEROS para agregar comentarios!
Únete a LA HERMANDAD DE BOMBEROS