ARTICULO TÉCNICO DEL PROF. JORGE REYES
VULNERABILIDAD, VARIABILIDAD Y ADAPTACIÓN AL CAMBIO CLIMÁTICO
(Dos de dos)
Especialista en Gestión Integral de Riesgos
Encargado de la Unidad de Gestión de Riesgos y Cambios Climático de la Direccción de la Policía Municipal del Distrito Nacional.
VULNERABILIDAD, VARIABILIDAD Y ADAPTACIÓN AL CAMBIO CLIMÁTICO
(Dos de dos)
El cambio climático amenaza con erosionar las libertades humanas y limitar la elección, y la desigualdad de género se cruza con los riesgos climáticos y las vulnerabilidades, de acuerdo con el PNUD.
La naturaleza de esa vulnerabilidad varía ampliamente, en cambio el cambio climático magnificará patrones existentes de desigualdad, incluyendo la desigualdad de género. Las mujeres desempeñan un papel importante en el apoyo a las familias y las comunidades para mitigar y adaptarse al cambio climático.
En la República Dominicana, el sostenido crecimiento de la población femenina indica una tendencia ya que para las próximas décadas se espera que se convierta en el grupo poblacional más numeroso (ONE, 2010) donde más hogares estarían sustentados por mujeres, incluyendo en zonas rurales donde los ingresos son más dependientes de actividades agropecuarias.
Las evaluaciones de la CEPAL (2004) se refieren a mayores vulnerabilidades antes y sobre todo post fenómeno hidroclimatologicos en hogares sustentados por mujeres que los hogares sustentados por hombres. Factores culturales, persistencia de patrones discriminatorios, así como riesgos personales en condiciones tales como período de gestación, esfuerzos destinados al cuidado y educación de hijos (as), implicarían menores niveles de productividad y de calidad de vida en regiones con alta proporción de hogares sustentados por mujeres en relación a otras regiones más equilibradas de hogares sustentados por hombres y mujeres. De acuerdo con el Índice de Brecha de Género del Foro Económico Mundial, la República Dominicana ocupaba en el 2014 la posición 78 de 142 países, lo cual indica que quedan amplios desafíos para enfrentar la desigualdad de género.
La República Dominicana, se localiza en el hemisferio norte y al sur del Trópico de Cáncer, tiene como límites las siguientes coordenadas geográficas: 17°36’-19°58’ latitud norte y 68°19’-72°01 longitud oeste’, ocupando las dos terceras partes de la porción oriental de la isla, con 48,310.97 km² (sin el territorio marítimo). Limita al norte con el océano Atlántico, que la separa de las islas de Caicos y turcos; al oeste por el canal de la Mona, que la separa de Puerto Rico; al sur con el mar Caribe o de las Antillas, que la separa de Venezuela; y al oeste la línea fronteriza, que la separa de la República de Haití. Su insularidad y su relativamente pequeña superficie permiten que una fuerte influencia marítima controle los patrones climáticos generales, lo que le hace muy vulnerable, por hallarse en la región subtropical de huracanes.
De acuerdo con el Ministerio de Medioambiente y Recursos Naturales, el 40% del territorio nacional está destinado a bosques, mientras el 55% es utilizado en la agropecuaria, incluyendo pastos y matorrales. El 27% se encuentra bajo protección a través de 123 sitios que forman parte del Sistema Nacional de Áreas Protegidas. Dicho Sistema comprende seis diferentes categorías: áreas de protección estricta, parques nacionales, monumentos naturales, áreas de manejo de hábitat/especies, reservas naturales y paisajes protegidos (Ministerio Ambiente, 2014). De los 1,668.3 Kilómetros de costa que tiene la República Dominicana, incluyendo sus islas adyacentes, 1,264 kilómetros están protegidos bajo el marco del Sistema Nacional de Áreas Protegidas. La morfología del territorio dominicano presenta depresiones y elevaciones, cuyos rangos están desde menos de 40 metros bajo el nivel del mar (MBNM), en la Hoya de Enriquillo, hasta 3,187 metros sobre el nivel del mar (MSNM), en la Cordillera Central. La República Dominicana ocupa el segundo lugar en tamaño entre los países de las Antillas Mayores, catalogada de acuerdo a estudios realizados, como uno de los países del Caribe insular con una alta biodiversidad y endemismo, debido a la complejidad geológica y los fenómenos geomorfológicos que modelaron las superficies de valles, sierras y cadenas montañosas de la Isla. Las principales amenazas a la diversidad biológica se pueden catalogar en cuatro grandes categorías: la modificación, fragmentación y pérdida de hábitats, la sobre explotación de especies, la introducción de especies exóticas y el cambio climático.
De acuerdo con el Quinto Informe de Biodiversidad, el país cuenta con una cobertura boscosa de 18,923.46 km2, lo que equivale al 39.2% del territorio nacional. Este porcentaje se ha incrementado en un 29% del 2003 al 2012 (Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, 2014). En términos generales el país cuenta con siete grandes ecosistemas, los cuales a su vez se componen por diversas unidades o asociaciones vegetativas de composición muy similares de acuerdo a las predominancias de especies y condiciones edafológicas.
Las presiones sobre los recursos naturales aumentan su vulnerabilidad ante los impactos del cambio climático. La expansión histórica de la frontera agrícola ha sido la causante del 55% de las pérdidas de los bosques, mientras que la extracción de madera, la producción de leña y carbón y el aprovechamiento de otros productos forestales, representa sólo el 26% de dichas pérdidas. Las otras causas de mayor importancia en este aspecto son los incendios forestales que han reducido el 7% la cobertura forestal nacional y la construcción y expansión de caminos, carreteras, puertos, ciudades y otras formas de infraestructuras, que totalizan el restante 12% de las causas de la deforestación a nivel nacional.
La República Dominicana presenta una elevada exposición a fenómenos naturales que producen de manera reiterada, situaciones de emergencia y desastres de diferente envergadura. Su ubicación y características geográficas, topográficas y orográficas confluyen con factores sociales, económicos y demográficos exacerbando las condiciones de riesgo. Por ejemplo, el crecimiento de la población y los cambios en los patrones demográficos y económicos, han favorecido una urbanización descontrolada. Esto, en forma conjunta con la pobreza generalizada, ha forzado a grandes grupos de población a vivir en áreas propensas al desastre. Es importante señalar también que la República Dominicana comparte la isla con el país más pobre de América y que está sometida a fuertes corrientes migratorias que también presionan sobre el medioambiente, principalmente la foresta.
La República Dominicana es uno de los países del mundo más vulnerables al cambio climático de acuerdo al Global Climate Risk Index 2016 (Índice de Largo Plazo Riesgo Climático-CRI), se encuentra en el onceavo lugar y Haití, con la cual comparte la isla, se encuentra entre los tres países más afectados del mundo, colocando la isla como las más afectadas a nivel global. De acuerdo con el CRI 2016, los países menos desarrollados son generalmente más afectadas que los países industrializados. Con respecto al cambio climático futuro, el índice de riesgo climático puede servir como una bandera roja para la vulnerabilidad que puede aumentar aún más en las regiones donde los eventos extremos serán más frecuentes o más graves debido al cambio climático ya existente.
La vulnerabilidad al cambio climático (y a la variabilidad) se expresa en función de tres variables, las cuales son:
- La exposición (E)
- La sensibilidad (S) y
- La capacidad adaptativa (CA) que es inversamente proporcional (V = E X S/CA).
Al analizar a la República Dominicana, encontramos que los factores críticos en términos de vulnerabilidad al cambio climático que le afectan son:
- Elevado grado de exposición al cambio climático
- Baja capacidad de adaptación y
- Presencia de hábitats y/o sectores potencialmente sensibles.
En el país, los fenómenos climáticos más devastadores (Huracanes y tormentas Tropicales) también muestran una fuerte estacionalidad y la variabilidad interanual y decenal. Estas variaciones no son fácilmente predecibles. Pero no hay consenso sobre el hecho de que mientras el número de tormentas puede no cambiar, se pueden intensificar en un ambiente más cálido, llegando a ser más devastadores debido al cambio climático antropogénico.
Con relación a la sensibilidad climática el reporte de evaluación de la vulnerabilidad al cambio climático (DR VA) refiere que, a nivel de los hogares, los sectores de la agricultura y el turismo, que dependen en gran medida de agua superficial y subterránea, son sensibles a la utilización del suelo de forma localizada, por lo que son propensos a experimentar una disminución de la recarga y la calidad debido a la evaporación y la introducción de agua salada.
Los factores de estrés no climáticos, incluyendo la población y las presiones económicas, exacerban estas manifestaciones de la sensibilidad y seguirán obstaculizando los esfuerzos para reducir la vulnerabilidad de las comunidades y los sistemas naturales. Las poblaciones inadvertidamente aumentan su vulnerabilidad, ya que explotan los recursos naturales para su sustento (por ejemplo, la pesca insostenible, prácticas forestales y agrícolas insostenibles) que causan daños irreversibles en los sistemas naturales.
El análisis de los Puntos Críticos de Vulnerabilidad al cambio climático en la República Dominicana muestra que treces provincias (alrededor del 40%) presentan niveles de vulnerabilidad de alta a muy alta. Entre las provincias más vulnerables se encuentran Pedernales, Bahoruco, Barahona, Elías Piña, El Seibo y Santo Domingo. A estas les siguen La Altagracia, San Pedro de Macorís, Monte Plata, Peravia, Monte Cristi y Valverde.
Los elementos que hacen una provincia más vulnerable que otra frente al cambio climático son tanto factores de exposición a eventos meteroclimáticos y sus modificaciones, como factores de sensibilidad y baja capacidad adaptativa ligados a debilidades intrínsecas de los grupos humanos que viven en el territorio. Un elemento importante es la significativa degradación del territorio, ligada a diferentes causas, que puede observarse en áreas más o menos amplias del país.
Las conclusiones del capítulo IV del documento “República Dominicana: De la Crisis Financiera Internacional al Crecimiento para Todos” se señala: “Debido a que el país tiene una alta vulnerabilidad a los impactos de cambio climático, resulta crítico iniciar un proceso intenso de adaptación. Se espera que los impactos del cambio climático agreguen un estrés adicional a los sectores económicos, en particular al turismo y al sector agrícola. Recomienda, por lo tanto, que es importante considerar el cambio climático en las políticas sectoriales y fortalecer las capacidades locales para enfrentar esos desafíos. Algunos de los impactos adversos que se están presentando y que se esperan, incluyen:
- Aumento de eventos hidrometeorológicos extremos
- Riesgo de inundaciones y la erosión
- Presión sobre los sistemas de drenaje
- Pérdida de hábitat
- Aumento del riesgo de subsidencia en zonas propensas,
- Olas de calor y aumento la incomodidad térmica en edificios y de uso de refrigeración
- Aumentos en problemas de salud (enfermedad relacionada con el calor e incidencia de problemas respiratorios y de vectores)
- Reducción de la calidad y los rendimientos de algunos cultivos debido al calor
- Aumento de eventos de sequía
- Enfermedades y las plagas agrícolas.
El comportamiento de la actividad agropecuaria ha sido significativamente condicionado, diferente a los demás sectores dinámicos de la economía, a una mayor exposición de las variaciones climáticas tanto de la variabilidad como por el cambio climático, extremos tanto en inundaciones como sequías (lo que aumenta la incidencia de plagas entre otros impactos), existencia de incentivos de políticas públicas y variaciones de precios en los mercados internacionales en la última década. Este ha implicado vulnerabilidades en cuanto a las variaciones de ingresos e inestabilidad para agricultores y ganaderos, en tanto que para la población consumidora el mismo ha implicado reducciones en su poder adquisitivo y capacidades alimentarias.
Varios son los factores que concurren a definir la vulnerabilidad al cambio climático y la variabilidad con relación a los recursos hídricos y en particular al agua para consumo humano, entre los cuales pueden mencionarse los altos porcentajes de población que no cuenta con acceso a suministro de agua potable dentro de la vivienda y las debilidades del sistema de acueductos, que no garantizan adecuados estándares de calidad, todo esto agudizado por la sequía que es cada vez más persistente y los problemas de estrés hídrico que ya se está presentando. La pérdida de calidad creciente de los cuerpos de agua, la degradación de suelos, asociada con las prácticas agrícolas insostenibles, contribuye a la reducción de la vida útil de los embalses y atenta contra la seguridad alimentaria. Las medidas de adaptación van en enfocadas en ese sentido a aumentar la resiliencia.
Más de un 60% de la población (de unos 10 millones de personas) está concentrada en zonas urbanas en continua expansión y en su gran mayoría ubicadas en áreas costeras o en zonas de elevado riesgo de recibir los efectos de eventos hidrometeorológicos extremos, los cuales, sumados a los ambientes costeros degradados por una mala gestión del territorio, aumenta su vulnerabilidad. Los manglares y arrecifes son de los ecosistemas más impactados por las causas anteriores y por una falta de información y concienciación ciudadana para la gestión sostenible de la costa. Los impactos sobre los sistemas costero-marinos son la inundación costera por elevación del nivel del mar, erosión de las playas, blanqueamiento de corales y sobre los manglares, afectando también las poblaciones de la costa y a la industria turística, por lo cual se requieren medidas de adaptación.
La deforestación, a pesar de los grandes esfuerzos realizados para revertir esta situación y aumentar la cobertura, constituye uno de los problemas principales ambientales ya que las áreas deforestadas son más susceptibles a la desertificación y la sequía. Según las proyecciones de cambio climático de la Segunda Comunicación Nacional (que se confirma en las proyecciones realizadas durante la Tercera Comunicación Nacional) la tendencia es a disminuir las precipitaciones y el aumento de eventos extremos.
Las prácticas de agricultura no sostenible se dan en las zonas de ladera cercanas a plantaciones forestales o dentro de las mismas, asociadas a la tumba y quema, dejan la superficie de la tierra descubierta por períodos prolongados de tiempo, lo cual favorece la escorrentía y consiguientemente la pérdida de suelo, reduciendo la capacidad de retener humedad. En períodos de sequía aumenta la vulnerabilidad a los incendios forestales tanto por la falta de lluvia como por malas prácticas. Estas prácticas aumentan la vulnerabilidad de la foresta frente a la variabilidad y cambio climático de los ecosistemas forestales.
De acuerdo con el Quito Informe del IPCC (AR5) con un nivel de confianza alto que las enfermedades transmitidas por vectores se propagarán en todas las altitudes y latitudes de la región de Latinoamérica y Caribe (LAC), debido al cambio en la temperatura y la precipitación media y extrema. Está asociado con enfermedades respiratorias y cardiovasculares, enfermedades transmitidas por vectores y el agua (zika, chikungunya, dengue, cólera y otras enfermedades diarreicas), hantavirus y rotavirus, enfermedad renal crónica y trauma psicológico. Las vulnerabilidades varían en toda la región en función de la edad, el género, la raza, la etnia y la situación socioeconómica, y aumentan en particular en las grandes ciudades. El cambio climático aumentará los riesgos actuales y futuros de la salud, dadas las tasas de crecimiento demográfico de la región LAC y las vulnerabilidades existentes en la salud, los sistemas de agua, saneamiento y recolección de residuos, la nutrición, contaminación y producción de alimentos en las regiones pobres.
Un gran porcentaje de la población urbana presenta altos niveles de pobreza, que limitan considerablemente sus alternativas de vida. En muchos casos esto se traduce en la obligación de vivir en zonas expuestas a alta contaminación o de alto riego de recibir efectos negativos por eventos meteoroclimáticos o geomorfológicos, como inundaciones, deslizamiento de tierra, subida del nivel del mar, entre otros. A esto se le suma la imposibilidad de acceder a servicios básicos de calidad adecuada, entre ellos la provisión de agua, con consecuencias importantes en términos de difusión de enfermedades ligadas a la higiene de los ambientes de vida. Dichos riesgos serán incrementados en escenarios de cambio climático, que para la República Dominicana prevén subida del nivel del mar, incremento de la intensidad de los ciclones tropicales, e incremento de la temperatura, entre otros (IPCC, 2007a).
Prof. Jorge Reyes
Especialista en Gestión de Riesgos
Encargado de la Unidad de Gestión de Riesgos y Cambios Climático de la Direccción de la Policía Municipal del Distrito Nacional.
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