¿Que pasaría si no existieran los bomberos?
¿Alguna vez nos hemos preguntado eso? pero aun mejor...¿tenemos respuesta a ese interrogante?, ser bombero no es únicamente recibir un entrenamiento fuerte acerca de como combatir un incendio, ser bombero no es únicamente hacer rescates en lugares donde es difícil el acceso, ser bombero no es únicamente exponerse a situaciones o ambientes difíciles, enfrentar un infierno cuando se ingresa a una edificación en llamas, ser bombero es mucho mas!
Ser bombero es ser una persona diferente al resto, por su altruismo, ser bombero es poder tener la capacidad de brindar una mano amiga a una persona que esta pasando por un momento difícil, ser bombero es entrega y sacrificio durante los entrenamientos para poder dar lo mejor de si mismo en el momento en que sea requerido por la comunidad.
Ser bombero es servir de inspiración para que muchos niños quieran seguir nuestros pasos, ser bombero significa soportar largas jornadas y turnos difíciles con el simple propósito de poder brindar su servicio.
Las emergencias seguirán ocurriendo y también seguirá siendo contenidas, los desastres seguirán impactando las comunidades, ciudades, países y demás, los incendios seguirán destruyendo hogares, empresas, quitando vidas, los accidentes seguirán ocurriendo y muchas vidas quedaran en esos eventos. Probablemente algunos buenos samaritanos aparecerán y ayudaran pero sin lugar a dudas el aporte de quienes tenemos la vocación de servicio en nuestra sangre es demasiado importante, al punto de no tener valor.
Invito a nuestra hermandad a que elevemos una plegaria al Dios del cielo para darle gracias por permitirnos ser quienes somos, para darle gracias infinitas porque de tantas profesiones en el mundo hemos sido escogidos por Él para ser su mano derecha y poder tener la oportunidad, tal vez no de crear vida, pero si para salvarlas cuando la situación lo amerita.
Cada vez que la alarma suena y debemos responder a una emergencia, debemos ponernos en manos de Dios para que guie nuestros pasos y permita que el trabajo brille en nuestras manos.
Cada vez que la alarma suena, alguien necesita de nosotros y por esa razón debemos responder, no solo porque sea nuestro trabajo sino porque es lo que mejor sabemos hacer.
Cada vez que suena la alarma, es un llamado de la vida para recordarnos que tenemos una misión en esta vida.
Cada vez que suena la alarma salimos a enfrentarnos con lo que mas tememos pero que combatimos sin temor porque hemos sido bendecidos con la mejor de las vocaciones y con la mejor de las profesiones.
Cada vez que salgamos a responder un llamado de emergencia, debemos tener claro solo dos consignas: la primera es que vamos bajo el mando de Dios a brindar nuestros servicios a la comunidad y la segunda es que debemos regresar TODOS nuevamente a la casa, cansados, agotados pero con la satisfacción del deber cumplido y con una sonrisa como recompensa.
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