Bomberos México D.F. Incendió en la torre Latinoamérica piso 42 , en Mayo de 1957
Fotos: Bomberos Y Paramedicos Fotos Del Presente Y Del Ayer
En mayo de 1957 se registró un aparatoso incendio en el piso 42.
La Torre Latinoamericana es un rascacielos ubicado en la esquina que forman las calles de Madero y el Eje central Lázaro Cárdenas en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Su ubicación céntrica, su altura (204 metros si se incluye el pararrayos, con 44 pisos) y su historia la han convertido en uno de los edificios más emblemáticos de la Ciudad de México.
Fue diseñada por el arquitecto Mexicano Augusto H. Álvarez. Superó a la Torre Anáhuac y a la Torre Miguel E Abed en la Ciudad de México y al rascacielos Altino Arantes en Brasil. Fue también el edificio más alto de la ciudad desde su construcción en 1956 hasta 1972, año en que se completó el Hotel de México, actualmente el Torre World Trade Center. También obtuvo el récord del rascacielos más alto del mundo fuera de Estados Unidos y por lo tanto de Iberoamérica. Se inauguró como el primer y más grande edificio en el mundo con fachada de vidrio y aluminio.
Además, la torre fue el primer rascacielos en construirse en una zona de alto riesgo sísmico, por lo cual sirvió de experimento para la cimentación y construcción de futuros edificios en el mundo. La Torre Latinoamericana es junto con el Taipei 101, la Torre Ejecutiva Pemex, la Torre Mayor, el U.S. Bank Tower y el Costanera Center, una de las seis estructuras en estar en una zona de alto riesgo sísmico.
Luis Francisco Macías
Seguramente muchos de nuestros lectores recuerdan el incendio de la Torre Latinoamericana, ocurrido hace 59 años, sin embargo, para quienes no presenciaron la quemazón, rescatamos de “Los Archivos Secretos de Policía” fotografías de la época y la crónica original.
¡Se Incendió el Rascacielos! -fue un título de contraportada.
El espectacular incendio en el corazón de la capital, “se inició en el edificio de 42 pisos de una compañía de seguros; después se propagó”.
Y se agregó el domingo 24 de mayo de 1953, que un día antes “el Distrito Federal había podido presenciar el incendio más espectacular, que se registró en la estructura del edificio de la Latinoamericana, en la esquina de San Juan de Letrán y Madero, donde se congregaron cerca de 10,000 almas, aun con riesgo de sus vidas, para no perder ni un sólo detalle del siniestro”.
Transeúnte en San Juan de Letrán. Enfrente aparece
Cinelandia y un edifico al lado recibiendo un chorro de
agua. También observamos sobre la calle restos que
cayeron del piso incendiado.
Foto: Archivo Gráfico/LA PRENSA
En el Cuartel Central de Bomberos se recibió aviso antes de las 18:00 horas, en el sentido que el edificio estaba en llamas y pensando que se trataba del inmueble de La Nacional, en el que hay centenares de despachos; los hombres de contrafuego se desplazaron, “con verdadera angustia, para saber de qué se trataba, llevando dos carros y uno de los gigantescos tanques de agua con que se cuenta”.
Al llegar al lugar de los acontecimientos, los bomberos se percataron que no se trataba más que de cimbras con las que se hacían los “colados” en el edificio incendiado, pero, de todas maneras, iniciaron una labor preventiva, ya que algunos edificios circunvecinos podían resultar afectados.
Era de tal manera precaria la situación de los bomberos -se informó en 1953- que hubo momentos en que los espectadores se rieron de buena gana, pues resulta que “al conectarse los cuerpos de manguera que se hacían necesarios para llegar a los pisos 41 y 42 y soltarse el agua para apagar el incendio, se dio el caso de que el agua misma brotara con tanta fuerza por todos los sitios, menos por lo que pudiera llamarse el extremo de la manguera, en el área donde el líquido era más necesario”.
Sin embargo, con tantos esfuerzos, se consiguió apagar el maderamen ardiente, sin que se registraran víctimas, cuando menos por los informes rendidos de momento, no obstante que los daños materiales, ascendieron a varios millares de pesos.
Los espectadores trataban de acercarse a la acera en la que estaba el incendio, y como ello entrañaba el más serio de los peligros, hubo necesidad de llamar “a un pelotón de granaderos que pusiera orden en la situación”.
Al escucharse la sirena del carro de los granaderos, “los mirones corrieron pensando que se trataba de algo más grave, cundiendo el pánico cuando los uniformados irrumpieron entre la multitud con todo el aparato de sus cascos, sus rifles y sus granadas, pero se restableció el orden inmediatamente”.
Los granaderos formaron un cordón sobre la acera del Teatro de las Bellas Artes, reteniendo a la gente precisamente en el estacionamiento de automóviles, mientras los maderos ardientes caían a centenares, con estrépito singular que estremecía al gentío.
Los balcones y azoteas de casas circunvecinas estaban pletóricas “de personas ansiosas de presenciar el espectáculo, en tanto que las ambulancias de las cruces Verde y Roja, permanecían de guardia atentos a cualquier accidente, que por fortuna no se presentó”.
Seguía ardiendo la tea (hasta ese momento se ignoraba por qué se quemó madera en el piso 42, aunque se presumía que albañiles alcoholizados habían encendido una fogata para calentar sus alimentos, sin tener la precaución de alejar el fuego de la abundante cimbra aceitada), la gente comentaba el percance y los bomberos, ministerio público y elementos de la Policía Judicial del Distrito, trataban de establecer la verdad sobre los motivos del siniestro.
No se descartaba la coincidencia de un cortocircuito en la instalación eléctrica, con la cercanía del maderamen. Los bomberos dieron por terminada su labor muy cerca de las 20:00 horas de aquel sábado 23 de mayo de 1953, retirándose hacia la Estación Central.
Mucho después que todo había terminado, centenares de personas continuaban mirando hacia el piso 42, en espera quizá que se reanudara el fuego.
Y cuando se creía que no se habían registrado víctimas, la Cruz Roja informó que durante el incendio en el elevado edificio de la Avenida Madero, se atendió a siete lesionados, “uno de ellos, de extrema gravedad, que fue trasladado al hospital de las calles Durango y Monterrey, Colonia Roma, donde permanecía hasta altas horas de la noche”.
El joven dijo llamarse Abraham Martínez, presentaba contusión profunda de tórax, quemaduras y tenía 26 años de edad.
Finalmente, se dio a conocer que “aún no terminaban los bomberos de apagar el incendio que destruyó parte del rascacielos que construía la compañía de Seguros La Latinoamericana, cuando tuvieron que pasarse a la droguería Real Farmacia, ubicada en San Juan de Letrán, frente al Cinelandia (inaugurado el 4 de enero de 1935), en virtud que el maderamen quemado que caía del edificio incendiado, prendió fuego a dicha negociación, convirtiéndola en una ruina en unos cuantos minutos”.
La farmacia fue destruida porque en sus bodegas había almacenadas grandes cantidades de materias inflamables. Miguel Maya Albarrán, propietario, informó que sufrió pérdidas por 25,000 pesos.
Entre otras anécdotas que pueden contarse de la Torre Latinoamericana está la de la avioneta que, descontrolada, estuvo a punto de estrellarse sobre pisos elevados. No hubo catástrofe porque el piloto pudo eludir el choque y aterrizar en lo que ahora es el Eje Central Lázaro Cárdenas.
La Torre Latinoamericana ocupa un área de 1,171 metros cuadrados. Su cimentación se realizó con pilotes de concreto, perfectamente adaptada al subsuelo. Según el fedatario del Haber Histórico y Cultural de la Delegación Cuauhtémoc, Héctor Manuel Romero, el predio ocupado por la torre perteneció al antiguo Convento de San Francisco y sus dependencias. En la equina estaba la celda del capellán y la habitación del provincial. Junto a éstas, por el lado de San Juan de Letrán, estuvo la capilla de la Segunda Estación, y una de las entradas del atrio. La demolición del convento y sus anexos se hizo en diversas etapas y la parte del solar que ocupa la torre fue vendida a particulares que le dieron diversos usos. Finalmente la adquirió la compañía de seguros de vida La Latinoamericana.
Este hecho fue tema para una película que se filmó en 1954, aprovechando el estado que guardaba la construcción. Se llamó "Dos Mundos y un Amor", donde Pedro Armendariz protagonizó al arquitecto del enorme edificio. En el filme compartió el papel estelar con la actriz Irasema Dilián.
Fuente: http://luisfranciscomacias.blogspot.com.ar/2012/08/incendio-en-la-t...