Oriundo de la localidad bonaerense de Arribeños, Salazar llegó a Rosario a estudiar la carrera de paramédico, y hace siete que se sumó a la dotación de calle Rioja 2860, de la que está a cargo.
La Justicia de Rosario procesó a los once imputados de la causa por la tragedia ocurrida el 6 de agosto en el edificio de calle Salta 2141, en la que 22 personas perdieron la vida y más de 60 resultaron heridas.
El edificio residencial ubicado en calle Salta 2141, entre Boulevard Oroño y la calle Balcarce, en la zona centro de la ciudad, presentaba problemas con el suministro de gas semanas previas al hecho. Debido a ello, el consorcio que administra dicho edificio (compuesto por tres cuerpos de diez pisos cada uno) decidió realizar la denuncia correspondiente ante Litoral Gas, la empresa encargada de proveer el servicio, los días 23 y 24 de julio. Una vez que la empresa constató el problema, el procedimiento indica que para trabajar dentro de la propiedad se debe contratar a un gasista matriculado y habilitado, ya que a la proveedora del servicio no le corresponde esa tarea.5 Para poder realizar el trabajo ―que consistía en cambiar una válvula reguladora de presión― debió cerrarse la entrada de gas durante varias horas. Pero después de que se realizó el trabajo y de que el servicio de gas volvió a la normalidad, el día 2 de agosto varios ocupantes del edificio llamaron a Litoral Gas quejándose por el incesante olor a gas.
La mañana del martes 6 de agosto, ante la persistencia del olor, el gasista ―citado por el consorcio― volvió a presentarse en el edificio, y dio cuenta de que el regulador estaba mal ajustado y debía cambiarse. Simultáneamente, los vecinos de la cuadra afectada realizaron llamados al 911 denunciando que un fuerte olor a gas invadía el sector y que, en el área que rodea el edificio, escuchaban un silbido molesto. El portero del edificio declaró que bajó ocho pisos hacia la entrada para ver que sucedía. Allí, vio que el gasista y su ayudante salieron corriendo al ver que el ambiente estaba contaminado por grandes cantidades de gas. Tanto el gasista como el ayudante salieron corriendo en distintas direcciones y el portero gritaba a viva voz: «¡Va a morir gente!». En ese instante, a la hora 9:38 (hora local; UTC-3), ocurrió la tragedia: una fuerte explosión invadió la manzana, derrumbando el segundo cuerpo del edificio y destruyendo gran parte de los otros dos. Los edificios aledaños también sufrieron las graves secuelas al romperse vidrios, ventanas y puertas. La onda expansiva alcanzó los 500 metros, originando serios daños. La explosión fue escuchada hasta a 7 kilómetros del lugar así como en las localidades vecinas de Capitán Bermúdez y Funes.