OCURRIO AYER A LAS 8:10 CUANDO EL PADRE DE LA CRIATURA Y EL CHOFER TUVIERON QUE OFICIAR DE IMPROVISADOS PARTEROS
Dio a luz una bebé en el taxi que la trasladaba al hospital
Rocío pesó 3,400 kilos y nació en la parte trasera del vehíc***, que ni siquiera alcanzó a moverse unos metros de la esquina de Huergo y Las Rosas, donde habían subido la parturienta y su marido. El taxista llamó a los bomberos del Destacamento 1, quienes llegaron a prestar apoyo apenas ocurrido el alumbramiento. Le practicaron los primeros auxilios a la recién nacida mientras tranquilizaban a los padres, que todavía no salían del shock por la situación.
Carmen y Rocío recibieron durante la tarde la visita de Luis y Víctor, los bomberos que auxiliaron a la recién nacida.El sol asomaba lentamente en la ladera del cerro Chenque, mientras miles de comodorenses iniciaban su jornada laboral. Eran las 8:10 cuando Carmen empezó a sentir dolores de parto. Mariano Pairo, su esposo, salió de inmediato a buscar un taxi para poder trasladarla al Hospital Regional. Sin embargo, cuando el vehíc*** de alquiler llegó hasta la casa del matrimonio, en Huergo y Las Rosas, el bebé estaba a punto de nacer.
Rápido de reflejos, el taxista --cuyo nombre luego nadie supo decir-- se comunicó a la central de bomberos Nº 1 de Kennedy y Rivadavia, donde Víctor Alvarado iniciaba la guardia matinal como ocurre desde hace once años. Al mismo tiempo, el voluntario Luis Genchur, quien terminaba el turno noche en el cuartel, se preparaba para ingresar a su trabajo particular. Sin embargo, ante el pedido de su compañero no dudó en acompañarlo a la emergencia.
Mientras eso ocurría, Mariano ayudaba a su esposa en el asiento trasero del taxi a dar a luz a una hermosa beba, de 3,400 kilos, que fue bautizada como Rocío.
Hacía sólo un minuto que el llanto de la pequeña anoticiaba a los vecinos sobre la llegada de una nueva integrante a la familia de Carmen y Mariano cuando se hicieron presentes los bomberos y comenzaron a dar los primeros auxilios a la nena, mientras tranquilizaban a los padres. La ambulancia no se hizo esperar y finalmente la familia fue trasladada al hospital donde madre e hija quedaron internadas.
REENCUENTRO
Ya por la tarde, Diario Patagónico, reunió en el Hospital Regional a los bomberos con la familia Pairo, que se mostró muy agradecida por la labor que desinteresadamente realizan día a día. “Me levanté a las ocho de la mañana y tenía dolores. Mi marido fue corriendo a buscar un taxi y cuando llegamos al taxi ya tenía la cabecita afuera”, relató Carmen, quien agradecía entre lágrimas a quienes ayudaron para que su hija naciera a salvo.
“Quiero agradecerle al taxista, a la dueña del alquiler, a mi marido que fue un valiente y a ellos (por los bomberos) que se portaron rebien. Que Dios los bendiga, que los cuide un montón que fueron los mejores” remarcaba Carmen, sentaba en la cama con su bebé en brazos.
Hace más de una década que Víctor y Luis son bomberos y en su tarea suelen cruzarse más frecuentemente con la tragedia y la tristeza, aunque su misión también les tiene reservado a veces momentos gratos como el de ayer, donde las lágrimas eran de alegría.
“Esto ocurre muy pocas veces, generalmente son incendios o accidentes donde la gente sale herida y esto es todo lo contrario”, explicaba Luis, mientras Víctor se mostraba feliz porque fue la primera vez que le tocó asistir a una recién nacida.
“Siempre hay una primera vez que uno llega justo en el momento en que se está realizando un parto, es algo que te marca de por vida y que te acompaña todo el día, porque pensás si las cosas que realizaste estuvieron bien, pero bueno gracias a Dios pudimos ver la bebé y ver que estaba sanita”, remarcó con orgullo.
Luis, en cambio, ya conocía la experiencia de asistir a un recién nacido, una satisfacción que ayer se vio renovada. “Es la segunda vez que estoy en un parto, hace diez años atendimos a una mujer frente del cuartel, asistimos tres bomberos y hasta hoy a veces viene la nenita a visitarnos”, señaló con gratitud.
Mientras transcurría la visita a Rocío y Carmen en el hospital, Luis miraba el reloj de reojo. Se lo demandaban sus obligaciones diarias, ya que además de ser bombero voluntario como Víctor, debe trabajar en otro lugar para ganarse la vida. Así entre la espera, encuentro y charla se fue más de una hora en que el bombero pudo hacerse una escapada gracias a la gestión de su jefe.
Luis confesó que durante la mañana, mientras trabajaba, le resultaba difícil continuar con su actividad ya que pensaba continuamente en lo que había ocurrido en el asiento trasero de ese taxi. “Es medio raro, es medio complicado, pero sí o sí tenía que cumplir con el horario. Así que avisé a mi jefe que tenía que cumplir con una emergencia, que iba a llegar un poquito más tarde y después me fui con la alegría de saber que uno ha cumplido y que salió todo bien”, sentenció.
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