Abrazar la profesión de ser bombero, es demostrar un especial apego hacia la defensa del prójimo, incluso a costa de la propia vida.
El ser bombero implica poseer un espíritu a toda prueba, pues se debe enfrentar a los imponderables de la naturaleza y principalmente a un enemigo implacable, como es el fuego.
Ser bombero significa desafiar elementos que se conjugan con la exigencia de audacia, pericia, desafío al miedo y la resolución total de arriesgarlo todo para el beneficio de quienes lo necesiten.
Por ello el ser bombero es una profesión sacrificada y muy peligrosa, que puede en un determinado momento, dejar como resultado secuelas para toda la vida, pero que pasarán desapercibidas, frente a las muestras de gratitud de la o las personas a las que se logró auxiliar en su momento.
Ser bombero es dedicar parte de nuestro tiempo a prepararse para una lucha desconocida, en la que están implicados todos los peligros que en un momento determinado deben ser resueltos para tratar de rescatar vidas y bienes. El premio que se obtiene es la satisfacción Íntima de haber sido útil al prójimo, poniendo de por medio incluso para conseguir ese propósito, la integridad física.
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