“A quien madruga Dios lo ayuda”, dice el refrán popular. El domingo, el despertarse temprano le permitió al voluntario de la Tercera
Compañía de Bomberos, René Rodríguez Aguilera, salvar con vida de las
llamas a Gonzalo Cárcamo, el niño de siete años. Aunque lamenta que
esta acción no fuera minutos antes, para evitar el daño que le provocó
al menor la exposición al fuego y al humo.
Es padre de dos hijos, de tres y seis años. Tiene casi una década de
servicio y es la primera vez que vive una experiencia tan fuerte, en
una labor que abraza con la pasión propia de todo voluntario bomberil.
Rodríguez pertenece a la Tercera Compañía, “Bomba Alemana”, y el
domingo la jornada partió temprano con un primer llamado, alrededor de
las ocho de la mañana, en avenida Frei, cerca de los Flamencos, donde
se quemó una casa desocupada. De inmediato Rodríguez, y el director de
la compañía, se dirigieron al cuartel a poner en servicio el segundo
carro de la compañía, ante una eventual emergencia, “para no dejar
desprotegido el sector”.
En eso estaban cuando surgió un segundo llamado. El oficio de taxista
le permite a Rodríguez ser un conocedor de las calles, y cuando escuchó
a la operadora el nombre Beltrán Gascogne González, se dio cuenta que
el incendio era para ellos, porque estaban a sólo un par de cuadras (el
cuartel se ubica en avenida Eduardo Frei, frente al Lider).
“Al llegar nos encontramos con una casa envuelta en llamas, y
escuchamos que alguien gritaba que había un niño atrapado al interior”.
Mientras los dos bomberos que iban en el carro se preparaban con el
equipo de respiración autónoma, René sacó una primera línea para en
términos bomberiles- “confinar el fuego”, y apagó un sector.
Rescate
En esos momentos llegaron bomberos de la Cuarta Compañía, mientras los
de la Tercera continuaban en las maniobras de extinción. Fue el momento
en que Rodríguez fue al carro de su compañía y se colocó un equipo de
respiración autónoma. Recuerda que entró a la casa de la familia
Cárcamo y le preguntó a sus compañeros dónde habían revisado. La
respuesta fue el costado derecho. “En esos momentos decidí tirarme por
el lado izquierdo, y como siempre tengo una linterna en el casco, me
ayudó a encontrar la puerta del dormitorio. La abrí y me tiré al piso,
a revisar bajo la cama, porque es el primer lugar donde un niño se
puede esconder. Así que metí primero los pies y luego con las manos
toqué encima. En ese minuto toqué a alguien que estaba tapadito, encima
de la cama, como durmiendo. Lo iluminé con la linterna, lo destapé y lo
tomé con el máximo cuidado para protegerle su carita en mi pecho. Fue
cuando grité, ¡lo encontré, voy saliendo con el niño!”, narró ayer.
Así resume el voluntario la acción heroica que protagonizó, donde al
momento de salir había una paramédico de la Cuarta Compañía que le
entregó los primeros auxilios al menor, quien permanece grave.
fuente de la informacion: www.elpinguino.com
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