Los incendios de sexta generación, imposibles de apagar, amenazan España: “El riesgo es muy real”
Este tipo de fuegos, catalogados por primera vez en 2017 en Chile, son tan potentes que no hay medios humanos y técnicos que puedan apagarlos
Las columnas de humo que generan explosionan al llegar a la atmósfera, produciendo tormentas de fuego
Desde WWF explican a NIUS por qué podrían producirse en España: “El territorio es muy parecido al de Portugal, donde ya los hubo”
Son capaces de quemar un campo de fútbol entero en un abrir y cerrar de ojos. De calcinar 14.000 hectáreas, como ocurrió en Portugal en 2017, en solo una hora. Son los llamados incendios de sexta generación. Son tan potentes que no existen medios humanos y técnicos que puedan con ellos. Son fuegos inextinguibles, imposibles de apagar.
“Se propagan a muchísima velocidad, tienen un comportamiento explosivo y no siguen una trayectoria fija, por lo que los equipos de extinción no pueden actuar”, explica Lourdes Hernández, experta en incendios forestales de la organización ecologista WWF en España.
A nivel mundial se han producido muy pocos incendios de sexta generación. El de Chile, en 2017, fue el primero. El segundo se produjo en Portugal, ese mismo año. El siguiente en ser catalogado así tuvo lugar en Australia, en 2019. "Solo es posible frenarlos si las condiciones de temperatura, humedad y viento se tornan muy favorables o cuando llegan a zonas donde ya no hay nada que quemar", dice.
Producen tempestades de fuego
Son fuegos muy rápidos, muy agresivos. Tanto, que son capaces de modificar las condiciones atmosféricas y climáticas del lugar en el que se producen. La explicación radica en las enormes cantidades de energía que desprenden. “Crean enormes columnas de aire cálido que explosionan al llegar a la atmósfera, produciendo tormentas de fuego”, explica esta especialista.
La situación que describe Hernández hace pensar que los fuegos que asolan actualmente la Columbia Británica de Canadá podrían ser los siguientes en sumarse a la lista de 'incendios 6.0'. Allí, los satélites han podido captar imágenes de tormentas eléctricas que estarían producidas por las columnas de humo de los fuegos forestales.
En España todavía no hemos sufrido ningún incendio de sexta generación. “Los de Doñana, en 2017, y Tenerife, en 2019, se quedaron muy cerca de serlo”, advierte esta especialista de WWF.
Pero sí los hemos tenido muy cerca, en Portugal. Los fuegos que en junio de 2017 acabaron con la vida de 64 personas y arrasaron más de medio millón de hectáreas fueron de esa tipología. “Si analizamos el territorio de Portugal, que ya los sufrió, y de España, encontramos muchas semejanzas”, explica. Por eso, dice, "el riesgo es muy real en toda la Península Ibérica".
Los territorios más vulnerables se encontrarían la España vaciada. En especial, en zonas donde en su día hubo muchas plantaciones que ahora están abandonadas. “En Galicia, por ejemplo, se estima que el 40% de los eucaliptales no tienen uso ni gestión. Eso es un auténtico 'polvorín'”, asegura.
Pero las zonas de interior no son las únicas en peligro. “En Baleares, en Cataluña, en Levante o mismamente en la Sierra de Madrid hay urbanizaciones que están dentro de espacios forestales. Son muy idílicas, pero también muy peligrosas. La mayoría de estas urbanizaciones deberían tener planes de autoprotección, pero en España se estima que solo el 20% los tienen”, cuenta.
¿De qué manera se pueden evitar?
Para evitar estos grandes incendios, a corto plazo, solo hay una solución: intervenir sobre el paisaje. “Todos los incendios de sexta generación se han producido en territorios abandonados, donde en un pasado hubo usos forestales, ganaderos y agrícolas. Son lugares donde hay mucho combustible disponible, mucha vegetación muy densa y homogénea”, asegura. En el caso de Portugal, por ejemplo, el fuego se propagó rápidamente por eucaliptales que estaban abandonados.
Según los datos que maneja WWF, cada año se producen en España cerca de 12.000 incendios forestales. Entre 2011 y 2020 los grandes incendios se incrementaron un 12% respecto a la década anterior. “Necesitamos paisajes cortafuegos. Hay que estimular la recuperación de un tejido productivo asociado al sector primario y recuperar la ganadería extensiva en el territorio. Hay que apostar por paisajes vivos y rentables”, defiende.
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